Capítulo 25

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La cena familiar continuó tranquila, de vez en cuando alguien en la mesa sacaba algún tema cotidiano para romper ese hielo que colisionaba el ambiente. Denso y estricto como una pleamar azotando las cadenas de olas en un océano. Porque era mas que claro, ninguno de los invitados era bienvenido a iniciar una conversación grata.

—Si esa es tu decisión, supongo que debo descartar la idea de un nuevo miembro familiar.

Chanyeol fijo su mirada en alto, observando con detenimiento lo que su padre le decía. Muy dentro de él, justo en la zona de su cabeza, una nota musical de alerta resonaba sin cesar, diciéndole que estaba siendo imprudente al llevarse su orgullo de forma tan seria. Tenía razón, joder el sabía que la tenía, sin embargo era muy orgulloso para aceptar que su trato hacia sus padres era una escoria. Eran sus padres, la pareja que lo trajo al mundo por parte de un lazo de amor, o quizás por un polvo que salió implicado con un bebé en camino, porque siendo realistas la forma o razón por la cual vino al mundo no le importaba en lo más absoluto.

—Hijo...—como si fuese automático, aún con el cuchillo de mesa y el tenedor en mano para cortar un trozo de carne; Chanyeol llevo su mirada hasta donde su madre, esperando una respuesta.

—Mamá.—Yoora intervino de manera firme y fría al momento de cortar la frase que la mujer fuese a decir, y Chanyeol solo fue expectante de lo que su hermana diría.—No tiene caso alguno insistir un tema tan importante con Chanyeol. O como las personas intelectuales suelen decir: es un acto rampante pensar en una nueva trama cuando el escritor no puede ni sostener el título de su propio libro.

Chanyeol no paso desapercibido de la saña en las palabras de su hermana, porque estaba tan seguro que lo dijo con la intención de inquirirle nuevamente el tema sobre su matrimonio; le estaba replicando en silencio sus malas decisiones, la parte negativa que no aceptaba, sobre todo le estaba lanzando las  rocas con las que él mismo construyó su propio muro de límites y sentimientos egoístas que lo corroían.

Arrogante, terminó por moverse un poco de su asiento, para servirse propiamente un poco más del vino que se exhibía en el centro de la mesa.

—Que palabras más peculiares Yoora, pero no creo tus oraciones sean adecuadas mientras cenamos en familia.

La sonrisa se le ensanchó con un sabor agrio, esencias tensas que corrían por toda la mesa.

En silencio y sin más que decir, permitieron que solo los sonidos de cubiertos chocando contra metal y cerámica, se escuchasen en la habitación. Al finalizar con la cena, luego de un pequeño tiempo en que la madre de los hermanos Park, se entretuviera charlando sobre la belleza juvenil de Seohyun; el siguiente platillo llegó.

El postre se caracterizaba por ser un platillo frío: un vaso ancho y pequeño de cristal, que en su contenido portaba tres capas de diferentes combinaciones, una era de granola, banana, glaseado, y por último otra capa más de pudín de banana. Por encima, lo cubría una base de crema batida, fundida en remolinos de caramelo denso, y chispeado con unas cuantas pizcas de cacahuate triturado. Sin dejar de lado, la bonita rodaja de banana fresca, decorando el contorno del objeto cristalino.

—¿Cuántos años llevan de matrimonio?—preguntó Seohyun.

La castaña introdujo su cuchara en el interior del postre, sacando un mezcla de las tres combinaciones para comerla al gusto.

—Ya son cuarentena años desde que nos unimos en matrimonio. Y estoy tan feliz de haber tomado la decisión correcta.

Lilieth apoyó la palma de su mano en el dorso de la blanquecina de su amado, disfrutando al darle una sonrisa cargada de un amor natural.

—Oh vaya, a mi también me encantaría llegar a esa edad de matrimonio junto a Chan.—de un momento a otro, Seohyun se aferró jocosa al fornido brazo del alto, mostrando a la mesa una vista que demostraba amor.

—Seohyun, eres tan dulce, Chanyeol es afortunado al haberse casado con una buena mujer como tú. No se que haría si algún día ustedes se llegasen a separar.—la madre de Chanyeol, observó con admiración la escena.

—Muchas gracias por las buenas palabras suegra, me gustaría que Chan quisiera hacer lo mismo conmigo.

—Claro que lo ha de querer Seohyun, ¿No es así Chanyeol?—dijo el hombre más mayor en la familia. Aquel hombre que sus rasgos yacían marcados con arrugas según el pintar de los años.

Yoora casi se auto-atragantó con el frío postre, haciendo escándalo cuando la cuchara cayó sobre en resonancia al compactar con la cerámica del plato. Dando como resultado que todos en el salón pusieran su completa atención en ella.

—Yoora ¿Estás bien amor?—preguntó alarmado el esposo de la chica.

—¿Hija?—la voz de los padres salió en unísono.

—Disculpen, tome sin precaución la cuchara fría. —se atajó, agarrando una servilleta para limpiarse las comisuras de la boca.

—Descuida hija, cualquiera puede tener un accidente, solo debes tener un poco de más cuidado al momento de comer cosas frías.

Yoora asintió, echándole una mirada furtiva a su hermano, quien bajamente sonrió en forma de agradecimiento. Después de todo, eran hermanos. Aún si había odio, traición o vergüenza, la amistad de un hermano no era una pieza que se podía dejar de lado sin preocupaciones; el rompecabezas familiar, era volátil si tenía piezas faltantes.

—Es inevitable no felicitar a la persona que hizo esto, ¡Está delicioso!—exclamó, sonsacándole una sonrisa a la mayoría.

Gracias a alguien allá arriba en el cielo, la pregunta no se volvió a mencionar, siendo Yoora quien se encargó de recordar viejos momentos junto a su hermano para evitar que el tema de amor entre ese par; se mencionara. Ya sea con anécdotas de las muchas veces en que comieron a escondidas de su madre, algunos dulces que se supone debían estar dentro de la calceta de navidad, poniéndose de acuerdo para decir que Santa Claus había sido quien se comió la mitad de los dulces y que según ellos por eso estaba voluminoso, pero al final su madre terminaba regañándoles por mentir y acababan con castigos de rellenar las calcetas nuevamente para que esperasen hasta el amanecer en el nuevo año chino; épocas que se les hacían tan alegres a ambos hermanos.

Y el ambiente que fue tosco, extrañamente pareció volverse un poco más tranquilo y apaciguable; claro, sin dejar de lado la distancia de Seohyun al intentar meterse en alguna conversación.

Al final, la noche bajó y atrajo a los colores oscuros del cielo para acompañar con las luces de los autos y la ciudad.

Formalmente se despidieron de todos a la hora de abandonar el lugar, por la falta de energía en los niños, quienes a la mitad del viaje en el vehículo, ya habían caído rendidos en brazos de Morfeo.

Chanyeol llevaba la diestra sosteniendo el volante, dándole giros ligeros cuando debía retornar en alguna vuelta. La carretera estaba amplia y vacía por el horario nocturno, un ambiente dónde los sonidos eran drásticos y abstrusos.

—Seohyun ¿Por qué no quieres tener más hijos?—cuestionó al lograr detenerse en un semáforo en rojo.

La castaña parecía distraída en las luces que chocaban con la ventana, a lo largo de unos cuantos segundos; le respondió.

—No necesitamos más niños.

—¿Eso no se supone que debería fortalecer nuestro matrimonio?

—Chanyeol, solo no quiero tener más hijos.—le cortó, desviándose al instante de nuevo hacia la ventana.

Pero Chanyeol pudo notar algo extraño en aquella confesión, un pequeño estudio mental que podía describir los movimientos inseguros en la mirada de Seohyun, el vacilo inseguro en su voz, o la forma en que evitaba tocar más a fondo el tema, atajándose con una respuesta firme que sellaba cualquier pregunta extra.









Continuará...



Two Faces «ChanBaek»Where stories live. Discover now