A LA TERCERA DE CAMBIO

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Tres años.

Época en la que todos los niños comienzan el colegio pero este no fue el caso de Derek, él tendría que, realmente, completar allí en la guardería su tercer año.

Así transcurrió hasta que cumplió cuatro años y su madre lo inscribió en un colegio bastante cercano a su apartamento.
El pequeño, que entró un poco más tarde al colegio, se encontró con algunos problemas los primeros días, sobretodo con una compañera que dijo tener su sitio en un pupitre al que le habían dicho a él que se sentase. Mala organización o bastante desatención por parte de la maestra en aquel entonces pero, esto es un simple tropiezo de bienvenida para Derek que pasará dos años más en aquel colegio pre-escolar como si de una auténtica pesadilla se tratase.

Los días pasaban, nuevos niños se incorporaban o cambiaban de colegio pero al final, los que más tiempo permanecieron (y lo hicieron para siempre) fueron los menos indicados para el pequeño. Un grupo de 3 o 4 niños concretamente que le harían imposible el resto de su etapa estudiantil.

Todo comenzó sin motivo aparente. Derek, como hemos ido leyendo hasta ahora, era un niño especial y bastante inteligente, es más, su maestra siempre le aislaba del resto con la excusa de que sus compañeros se copiaban de él y claro, él no entendía por qué siempre le ponían sólo. Fuese ese el motivo, su forma de vestir o cualquier otro, el pequeño Deck era un juego para el grupito de chulos de la clase.
Palizas e insultos abrumaban en cada recreo contra nuestro protagonista pero en aquel entonces, lo que actualmente consideramos 'Bullying' e incluso es reconocido por la ley desde hace relativamente no demasiado, eran cosas de niños y aquella maestra ni cuidaba de sus alumnos con ello, ni atendía las peticiones de las madres y mucho menos prestaba real atención. Algo que jugaba un papel bastante serio y podría desarrollar los traumas infantiles y arrastrarlos durante su vida no era alarmante por aquellos tiempos.

Cada mañana, en aquel terrible recreo, eran "los mismos de siempre" los que esperaban bajo el tobogán que había en el patio para jugar, hasta que Derek se tiraba para darle incontables golpes y patadas en el suelo y eso, creó consecuencias bastante dolorosas al niño que cada día se quejaba de dolor en los riñones en casa pero, quizá por miedo a decirlo, que se enterase el resto y aquello tuviese peores y más grandes consecuencias, una vez más él no decía nada, justo como hacía en la guardería y, nuevamente, su madre no entendía por qué su hijo se quejaba o a veces sentía miedo de acudir a clase. Pero un día, al salir de clase, mientras Deckie jugaba con sus peluches ya que eran sus únicos amigos y los utilizaba a menudo para contarles su día, Frida se enteró de todo lo que estaba pasando y por qué aquel día precisamente el niño salió con un ojo morado del colegio y no fue precisamente por "haberse caído" como le respondió Derek cuando ella lo vió al recogerle y le preguntó. Fue al día siguiente cuando la madre decidió contarlo a su maestra quien, por supuesto, asintió e ignoró como si nada pasase el resto de recreos.

Por si todo esto supiese a poco, con 5 años se ganó su primer golpe importante:

Un niño inquieto sentado en un pupitre con las rodillas ancladas sobre el asiento y balanceando la silla hicieron que finalmente ésta cayese totalmente de espaldas. Derek pudo ver su caída a cámara lenta así que giró su cuerpo con la intención de frenar su caída con las manos pero no llegó a tiempo de apoyarlas.

La sangre brotaba vivamente de su barbilla y su profesora no hacía nada, solamente llamó a la madre que estaba comprando y tardaría un poco en llegar mientras, sin gasa ni papel, la herida seguía abierta.

La madre se alarmó cuando vio a su hijo con la mano ensangrentada debajo del mentón:

-¿No te han puesto una gasa ni nada para cortar la sangre hasta que llegase? -Preguntó Frida bastante molesta.

-No. Me han dicho que te espere aquí y ya está. -Decía su hijo que estaba fuera de clase esperando a su madre.

-¡Qué poca vergüenza! ¿Y si llego a tardar más? ...En fin, vámonos. 

Frida llevó tan rápido como pudo a su hijo al médico. Con la herida ya totalmente fría y sin anestesia sufría cada pinchazo ya que veía como le pasaban la aguja entre la piel para coser la herida de Derek. Lloraba, pues lo veía sufrir, aunque el niño no decía nada, era todo un campeón.


Los días transcurrían en ese centro pero Deck no era la única víctima de aquellos gamberros. Mery, una niña con problemas familiares a la que finalmente enviaron a un centro de menores, siempre prometía el día de su cumpleaños regalar a todos lo que ellos quisiesen y, por supuesto, los más marginados también se acercaban a ella a pronunciar cosas valiosas que les gustaría tener, aunque sin creer sus comentarios, le seguían alegremente el juego. Ellos le hablaban a diferencia de los más chulitos de clase que la utilizaban también para meterse con su familia, despreciarle y humillarle. Parece ser que la fantasía erótica de todo gamberro era humillar al más humilde hasta hacerse con él.

¡Qué mundo aquel! Pero aunque tenía mejores valores que los que actualmente están de moda, la justicia siempre fue injusta con quien menos debía serlo.

DESDE OTRO PUNTO (YA EN Amazon Kindle)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora