TRASTADAS Y TRASTOCADAS

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Derek seguía por el mismo camino pero ahora en un nuevo colegio aunque, bueno, en realidad era el mismo solo que disponía de un edificio diferente para primaria.

Seis años. Mismo colegio. Misma compañía. Misma soledad.

Primero de primaria, tablas de multiplicar. ¿Retos a Derek? ¿En serio? Era obvio que no le costaría, pero ahora le tocaba ir algo más acorde a sus compañeros, aunque, por supuesto él terminaría antes que nadie. Cada día les daban una nueva tabla que aprender y cuando la decían bien le daban otra pero, aunque esto no era un problema para la inteligencia de Deck, este se aburría un poco y le atrasaban su aprendizaje esperando al resto. Debe ser incómodo estar sin saber que hacer y perdiendo el tiempo mientras otros ni siquiera saben como aprovecharlo.

La maestra que tenía en aquel curso, era incluso peor que la anterior si cabía. No solo igualaba la permisión del Bullying, lo cual en aquel entonces era algo normal, sino que no le gustaban los niños hasta el punto de no entender que ellos no controlan tanto las ganas de ir al baño como un adulto. Cuando alguien le preguntaba si podía ir, su respuesta siempre era un 'no' rotundo. Así iban pasando niños y niños al baño cambiando su ropa y, por supuesto, Derek en este caso tampoco fue ninguna excepción, pese a que lo intentase controlar lo máximo que pudo, igual que el resto, él tampoco lo consiguió.

Era una situación realmente vergonzosa por parte de la docente y, por supuesto, humillante para los alumnos. Aparecían padres molestos con la maestra sin resultado alguno.

No solo les dio primero y segundo de primaria sino que además se jubiló en aquel colegio bastantes años después.

Fuera del colegio, el pequeño empezó a hacer una actividad extraescolar.
En una revisión médica, le sacaron una ligera desviación en la columna así que, para despejarse de aquella torturante rutina en el colegio y, con el fin de intentar que se relacionase con más niños y mejorar su espalda, Frida le inscribió a natación, aunque eso no daría los resultados en su cuerpo que el médico dijo.

Éste detestaba ir, aunque era el mejor una vez más y fue el único en cruzarse la piscina en un nado tradicional, de espaldas y en mariposa. Allí nadie le hacía 'Bullying', de hecho había más niños como él: pequeños y nuevos y cada uno con sus más y sus menos pero por cualquier razón, se sentía incómodo.

Fue en segundo de primaria cuando empezó a juntarse para hacer trabajos en equipo sin ser discriminado del todo por algunos y a mostrar su astucia a la vez que empezaban sus inestabilidades emocionales.

En ese entonces, una niña llamada Elisabeth se hizo muy amiga de él pero tenía unas temáticas un poco inapropiadas para su edad, lo cual podríamos imaginar las imágenes que tenía en casa:

- ¿Alguien de aquí ha follado ya? - preguntó Elisabeth cuando juntaron cuatro pupitres para hacer algún trabajo en grupo.

Nadie siquiera sabía que era eso pero la inteligencia del pequeño Deck, una vez más, entendió lo que ella quiso decir sin saber cómo y un día, harto de escuchar la misma pregunta, se animó a seguirle el juego y asintió. Beth, totalmente curiosa insistió en obtener más detalles:

- ¿Y cómo fue? ¿Te gustó? ¿Y sudastéis?

Pero Deckie ya no aguantaba más. Él se sentaba en el pupitre que había enfrente del de la niña y por cualquier razón se le cruzaron los cables, tomó de la bandeja con material de papelería que había en el centro de las cuatro mesas que formaban el grupo un tubo de pegamento, se levantó y golpeó la frente de Elisabeth con él manteniendo su puño cerrado.

Al día siguiente, cuando todos los niños se pusieron formando una fila para entrar en clase, Derek vio aparecer a la niña a quien había golpeado el día anterior con un bulto rojo, reconocido como chichón, junto a su madre pero fue incapaz de hacerle frente y salió corriendo del colegio acudiendo a su casa que, al no haber nadie, tuvo la genial idea de llamar a la vecina diciendo que le dolía la cabeza para que le dejase subir a su casa.

¡Cuánta "inocencia" junta había adquirido!

Cuando Frida volvió de hacer la compra aquel día, se enteró que su hijo no había acudido a clase y, por supuesto, esto creó en ella el estado de alarma más grande que había tenido nunca con Derek, pues ella lo había dejado en la puerta del colegio. ¿Qué habría podido pasar? ¿Dónde estaría? ¿Estaría bien? ¿Se lo habría llevado alguien? ... ? Miles de preguntas invadían la cabeza de la madre causando un estado de ansiedad bastante grave pero, sin saber cómo ni por qué, fue a casa de aquella vecina a comentarlo. La mujer le dijo que su hijo estaba en su casa y la madre no dio pie con bola con lo ocurrido, no entendía por qué su hijo se había escapado y por qué había hecho eso. Visto su estado, bastante crítico por supuesto, la vecina le ofreció pasar, sentarse y tomarse una tila para intentar calmarla un poco.

Inteligente Derek. Por ahorrarse un sermón, tuvo dos.

Al día siguiente en el colegio, un pequeño toque de atención más y todo quedó resuelto. ¿Realmente valió la pena todo aquello? A veces el miedo es peor que la consecuencia de la situación.

DESDE OTRO PUNTO (YA EN Amazon Kindle)Where stories live. Discover now