MALLORCA, ISLA DE TURISTAS

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Un verano más de desesperación absoluta. Derek seguía volviéndose loco en casa un año más. Nunca tenía con quien jugar si no era con sus padres o abuelos y después del largo y extenso viaje que tuvieron en Punta Cana Frida y Franc, aquel verano le avisaron que ya consideraban que tenía una edad más razonable para poder viajar una semana con ellos y aprovecharían para visitar un amigo de Franc en ese lugar.

Tras finalizar su tercer año de natación, siempre con un diploma que entregarían los monitores a los alumnos, comenzaron los preparativos para su primer viaje en avión por ocio y cultura.

Fue algo corto para que fuese asimilando los cambios que le iban a venir en un futuro y, por suerte, todo salió bien y realmente lo disfrutó.

10 años y ya conocería junto a sus padres las Islas Baleares, concretamente Mallorca, lugar conocido comunmente por sus ensaimadas, un dulce que, aunque se produce en toda España, tiene origen mallorquín y que, por supuesto, allí, también conocerían el sabor del auténtico bollo tradicional en casa del amigo de Franc.

Primera salida en un hotel y los nervios previos a flor de piel.

Derek veía cada tarde a las 15:00h después de comer en casa de sus abuelos paternos las noticias pero también antes de cenar, y con la de atentados y catástrofes aéreas que veía, ahora en su plena conciencia, no estaba para nada tranquilo.

Estaba renovando sus dientes todavía aunque fue el primero de la clase en comenzar pero ya a penas le quedaba alguno antiguo. Toque tras toque de lengua en su diente móvil a punto de caer y una procesión de nervios le hizo ponerse en el vídeo VHS que tenían en casa una película de Tintín para relajarse pero, finalmente, emprendió la mañana siguiente su viaje sin aquel diente.

Franc, nunca se rebajaría a viajar en turista, por supuesto. El era un chico de apariencias. Y, en efecto, tampoco iba a quedarse en una pensión, hostal, apartamento u hotel de baja clase, eso le haría perder poderío así que siempre intentaban viajar en VIP y hospedarse en sitios de mínimo 4 estrellas.

Un viaje muy bueno y cómodo, todo salió bien y llegaron sanos y salvos. El niño estaba contento, ya había pasado el peligro y ahora les tocaría hacer algo que a él le encantaba: subirse al autobús que les cruzaría la pista de aterrizaje y ver pasar por la cinta sus maletas. ¿Dónde estarían las suyas? Para él, un juego. ¡Atrapa la maleta en tiempo récord!

En Mallorca, Franc eligió un hotel de 5 estrellas. Nada más entrar allí les esperaba una cesta repleta de frutas en la cama como obsequio de bienvenida. 

Era verano, tenían sed y pronto empezarían sus primeros días en familia durante tantas horas juntos. Franc enseñó a su hijo a beber zumo de naranja natural sin siquiera un exprimidor así que ambos cogieron una sanguina de aquella cesta, la amasaron con cuidado pero sin dejarse ninguna zona sin apretar, quitaron un poco de piel con la uña, a penas un mordisquito de ratón y comenzaron a absorver y sentir la saciedad y el frescor que les proporcionaba aquel sabroso zumo.

Pasaron los días entre guías turísticos, conociendo poblados 'Talatís' y la historia de sus 'Talayots', tardes de juegos de piscina y torneos por parte de los monitores en la que, por cierto, Derek ganó un torneo de diana, entre otras escapadas.

Al volver al hotel antes de cambiarse para bajar a cenar, Deckie descubrió cierta pasión por el Pinball que justo estaba situado en la entrada del hall, así que jugaba alguna partida y seguidamente irían a prepararse para bajar al comedor del hotel.

El niño se sentía feliz allí, pues supo defenderse perfectamente hablando su idioma favorito, el inglés, cuando otros huéspedes le preguntaban y sentía, por supuesto, una satisfacción enorme por ello.


Un día,Deck sintió algo que no había sentido nunca aún: atracción.
Sea por lo que fuere, un niño con idioma inglés, rubio, quién siempre llevaba la camiseta del Manchester United con el nombre de Owen y al que él reconocía como tal en sus adentros, consiguió llamarle la atención. Seguramente aquel niño tenía todo lo que él vería en un mejor amigo: Hablaba inglés y le gustaba el Manchester. Pero Deck era demasiado tímido como para acercarse a él y empezar a hablar y más aún estando sus padres delante hasta que finalmente consiguió cruzar una sola frase con él:

- 'Is yours?' -Preguntó Derek en una velada nocturna de tantas que organizaba el hotel para entretener a sus ocupantes tras la cena.
Se agachó y recogió una pelota de goma pequeña que vio rodar de alguna parte. Sabía que no sería suya pero bueno, era una manera de intentar entablar alguna conversación.

Owen, miró a Deck con cara de no haber entendido lo que decía.

- 'The ball. Is yours?' -Intentó darse a entender extendiendo su mano mostrándole la pelota.

- 'Oh, thank you'. -dijo Owen cogiendo el obsequio de su compañero de hotel. Pero siguió mirando el 'show'.

Pobre Derek. Su timidez no era su mejor acompañante para hacer amigos.

Pese a tener una gran habilidad para adquirir nuevos conocimientos, nunca se le dieron bien las matemáticas. Sumar peras, manzanas y que luego le cambiasen las peras por plátanos. Si eran frutas distintas, seguramente el problema sería distinto y eso le creaba un cacao mental importante. Pero, había algo que tampoco se le daba bien: Hacer amigos. Pues no estaba acostumbrado a recibir ese trato y no sabía como llevarlo a cabo.

Tras aquel viaje lleno de experiencias y emociones nuevas como el logro y el sentimiento de cercanía frente a alguien dejando atrás el poder del miedo, el joven potenció su pasión por el inglés y por su nuevo equipo.

DESDE OTRO PUNTO (YA EN Amazon Kindle)Where stories live. Discover now