SAN VICENTE DEL RASPEIG

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Después de pasar su semana de vacaciones, la familia se planteó visitar a sus nuevos amigos de Alicante.

Franc mantuvo el contacto con el padre y le avisó que irían a pasar un día juntos. Establecieron un día para dar paso a su visita.

Un trayecto de 2 horas cubrió aquella mañana. Llegaron a mediodía y, para hacer tiempo hasta la hora de comer, los padres decidieron hacer un picoteo en el patio exterior de aquella casa con piscina donde después comerían. Era grande, ideal para hacer una comida al aire libre, que los niños se bañasen y jugasen todo el día. El plan pintaba bien.

Adry, su hermano y Derek pasaron una mañana entre juegos de piscina muy divertido, aunque algo pasaría desde la inocencia del chico. Un traje de baño de color amarillo fluorescente que trasparentaba al mojarse, llamó la atención de sus nuevos amigos pero él no se dio cuenta de lo más mínimo. Frida, vio que los otros niños le miraban pero no entendía tampoco por qué hasta que siguió sus miradas. No dijo nada.
Cuando entraron a la casa, se cambiaron y salieron a comer. En voz baja y con una sonrisa tímida, la madre advirtió de ello a su hijo así que, sin duda, Derek se había hecho mayor y era hora de cambiar aquel traje tan ajustado y de un color tan claro.

Después de la comida acompañados de una agradable brisa veraniega al lado de la piscina, los chicos decidieron recordar algo que dicen que realmente nunca se olvida: montar en bici. Aunque, claramente y como todo, hay que practicarlo para ello.

-¿Luego vamos a dar una vuelta en bici? Yo tengo dos, te dejo la de mi hermano y te enseño la ruta que suelo hacer con mis amigos. -Ofreció Adry por hacer algo distinto y no quedar parados pues, en aquel entonces, el mundo estaba más apartado de la tecnología y los niños fomentaban su actividad e imaginación constantemente.

-Mmm... Me da un poco de miedo, hace muchos años que no voy en bici y, aunque antes iba hasta sin manos, no he vuelto a tocar una bicicleta en mi vida. -Alertó Deck.

Pese a que los padres del joven no estaban tranquilos porque sabían que su hijo no había cogido una bicicleta desde hacía bastantes años, pidieron a su amigo que fuesen con cuidado y finalmente salieron del apartamento.

Deckie iba siempre un poco más atrás que su amigo, iba cauteloso como siempre cuando algo no le daba seguridad, además la bicicleta que le habían dejado no frenaba de lo más fino y, ayudarse con el pie para alguien que no controlaba demasiado su manejo era un poco arriesgado.

Durante el camino, Adry intentaba ir a su lado y se ayudaban mutuamente pero un descuido en un sendero hizo que el chico no se rompiese la cabeza de milagro. Un freno en malas condiciones, un pie que no apoyó del todo firme y una continuación en marcha del transporte hizo que la rueda de atrás tocase su pie haciéndole tropezar hasta casi irse de bruces contra un muro blanco que separaba el camino. Por suerte, la rueda de delante chocó antes que su cabeza y, aunque se haría algo de daño por intentar controlar la caída, se sujetó bien, le dio prioridad a la rueda y no fue más que un susto. Siguió como si nada sonriendo como si todo fuese bien aunque por dentro, la rodilla y el codo le transmitirían algo de calor y bombeo por los pequeños rasguños que el golpe había hecho, pero un escozor sin importancia nunca fue excusa para parar a un niño.

Al llegar, Adry contó lo que había pasado y la alerta de los padres de Derek volvió a mostrarse. La suerte fue que realmente su hijo estaba bien.

Entre juegos transcurrió la tarde. Fueron los padres de ambos chicos quienes decidieron terminar su visita en un buen restaurante de su población. Más coche y más horas juntos pero, sin duda, aquel lugar era demasiado exquisito para los niños, quienes no actuarían de la forma cuidadosa y disciplinada que ellos esperaban. La cena se alargaba demasiado para los pacientes padres pero aguantaron hasta el final entre sermones sin dejarles disfrutar a su manera, claro.

Una visita agradable que, por cualquier motivo no se repitió y perdieron el contacto en San Vicente del Raspeig, Alicante.

DESDE OTRO PUNTO (YA EN Amazon Kindle)Where stories live. Discover now