POSESIÓN

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Eiden Kenneth, el personaje que él había creado como un juego, había sido una realidad todo el tiempo.

Kenneth controlaba su mente. A más mayor era Derek y más experiencias tenía, más cosas controlaría Eiden.

Su personaje le estaba poseyendo sin darse cuenta.

Al principio, Derek no llamaría mucho más la atención que por su forma de ser, pero, poco a poco, empezaron a remarcarle lo guapo que era, lo mucho que gustaba su estilo despreocupado, su pelo negro despeinado con gomina. Lucía unos ojos grandes que, aunque eran oscuros, no pasaban desapercibidos, unas pestañas largas, una expresión en la mirada y en la cara que inspiraba picardía, una sonrisa dulce a la vez que traviesa, justo a juego con su voz, y, a diferencia de su etapa de recién nacido, una tez más emblanquecida. Su tez morena ya no luciría de la misma forma. No era muy alto, pero tampoco le daban demasiada importancia cuando le conocían, pues el resto podía atraer a quien ni siquiera quería alguna vez.

Aunque el chico no entendía por qué de repente todos admiraban su estilo y belleza, pronto empezaría a acercarse a la gente, pues sabía que gustaba, aunque todavía dudaba.

Pasaba el tiempo y los comentarios no cambiaban en su contra. Acostumbrado a gustar y a recibir buenas críticas, terminó por realmente creérselo de tal forma que sabía que cuando sentía atracción por alguna chica, solamente siendo él mismo y dándose a conocer, tras la charla, acabaría por verle de distinta manera.

Aquel niño reprimido con quien comenzaba la historia, estaba a punto de cambiar, o más bien, de dejarse ver. De hecho, comenzaba a soltarse y su personaje comenzaría a cobrar vida pero, ahora, sería consciente de ello aunque todavía no entendería nada.

DESDE OTRO PUNTO (YA EN Amazon Kindle)Where stories live. Discover now