sXXI - UN NUEVO MUNDO

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A estas alturas, ya hemos visto como era la infancia de Derek: Jugaba con cosas que hoy se reconocerían como 'manuales': patinetes, patines, pelotas, bicicleta, muñecos, juguetes a pedales, ... En los hoteles o restaurantes de más prestigio también jugaba a ping-pong, pinball, minigolf, billar, ... En aquellos tiempos, hasta un palito de Chupa-Chups sería la mejor jeringuilla de un médico, pues el papel más importante lo tenía la imaginación aunque, claro, también había ya alguna máquina electrónica: Tetris, Game Boy, Nintendo NES, Nintendo 64, ... Pero no serían las que primarían por aquel entonces. Digamos que, la actividad deportiva, aunque solo conllevase correr, era la que merecía la pena.

Además, Derek le tomó prestado a Franc el móvil para irse a aquel campamento y nunca se lo devolvió por seguir jugando al famoso y clásico juego Snake. ¿Os acordáis de los primeros Nokia que jamás se rompían? ¡Qué tiempos!

Las vacaciones eran dignas de visitar cualquier sitio nuevo en coche o en avión. Conocer nuevas culturas, tener nuevas experiencias y ganar nuevos conocimientos. Las actividades con sus padres basadas en deporte sobretodo. Conocer niños nuevos en el parque,... Y hasta se rodeó de mascotas, incluso varias a la vez: más exóticas y más comunes.

No tuvo mala vida del todo fuera exceptuando la gran mentira que había en casa y el día a día en el colegio.

Pero los tiempos en aquella época avanzaban como si fuese una carrera y algo más estaría a punto de volver loco a aquel joven. Algo que conocería por su compañera de clase y amiga: Amy, otra chica a la que discriminaban por su peculiar vestimenta y mentalidad.

A Amy le encantaban las historias de terror y suspense, vestía generalmente con ropa negra, fuesen faldas o pantalones, e incluso de más mayor ya empezaría a ponerse corsets. De hecho, su estilo era similar al de Amy Lyn Lee Hartzler, vocalista del grupo Evanescence por aquel entonces.

Los padres de los niños que hablaban con ella, solían decir que aquella chica poco común no era buena influencia. Unos hacían caso y le harían el vacío pero otros pocos, como Derek, aunque fuese por mera curiosidad, seguirían a su lado compartiendo historias de miedo y aventuras.

Amy fue la primera amiga de Deck en tener Internet en casa y les invitaría a chatear y reírse del público online un rato pero, en aquellos principios de la nueva era del internauta, navegar, era cosa de niños y la sexualidad no estaba tan potenciada, de hecho, a penas lo estaba, así que encontraría aquella página muy divertida. Helo aquí, ya había llegado la nueva diversión de Deckie.

- Papá, quiero Internet. Mamá, ponedme internet. Quiero Internet. Es muy divertido, ¡Yo quiero Internet! - Fueron algunas de las frases entre muchas otras que el niño repitió por algún tiempo.

- No te vamos a poner Internet porque te distraerás de los estudios. Luego no te quitarás del ordenador.

- ¡Que no! Ya veréis como no. Un ratito, va...

Días y días insistiendo e intentando convencer a sus padres quienes parecían mantenerse firme a su decisión, hasta que un día...

- ¿Qué has hecho, has llenado el pasillo de papelitos? - dijo Frida mientras se reía del empeño que su hijo ponía pidiendo aquella novedad.

- Si, y en las puertas también para que lo veáis. -respondió Derek con mirada pícara pero cara de hacerse el indignado. - Así cuando os canséis de quitar papelitos pondré más y tendré Internet. - Dijo en tono de convicción.

La picardía y cabezonería del joven era realmente atosigante. Pero finalmente y con un gran aviso de 'a la primera que veamos que no estudias lo quitamos', consiguió su esperada conexión a nivel mundial.

Un módem conectado al teléfono donde tendrías que desconectarte de la red si querías hablar y te cobraría por horas de conexión con un pitido como si de un fax se tratase, era lo que en aquel entonces empezaba a entretener a los niños. En clase jugarían en algunas páginas web y fuera de ella, se juntaban para "vacilar" al resto pero también, ya de forma individual, conocerían a mucha gente.

Derek empezaba a meterse en un mundo peligroso, pero no porque le pasase nada, bueno, al menos, no a nivel físico.

Mil aventuras había corrido este niño ya casi adolescente pero ahora empezaría a vivir muchas más. Un primer Messenger. Muchos cambios. Muchos sentimientos y sensaciones nuevas. Nuevas experiencias también y una locura que no nos plantearíamos hacer hoy en día.

DESDE OTRO PUNTO (YA EN Amazon Kindle)Место, где живут истории. Откройте их для себя