LA SALIDA

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Pasaron solo unos días cuando Frida recibió una llamada de Meghan donde obtenía una noticia.
Finalmente tendría trabajo cerca de donde vivía su hermana en un bar de carretera el cual, le ofrecía estancia como todos o casi todos los trabajos en aquella época. Así que ahora podría seguir su propio camino durante alguna temporada en ese sitio de una mejor manera.


Los jefes se portaban muy bien con ella y, pese a que terminaba bastante tarde de trabajar, era joven y también sacaba tiempo para disfrutar aunque acabase a las tantas de la madrugada, así que aprovechaba una discoteca que había delante del bar donde trabajaba para escaparse y salir un rato a divertirse.

La verdad es que aquel empleo fue, sin duda, el que más le aportó y donde más realizada se sintió.
El dinero que ganaba era solamente para ella. La comida y la estancia estaban cubiertos por la empresa. Salía sin represiones ni explicaciones y por fin podría disfrutar hasta la hora que quisiese sin que nada ni nadie le golpease ni le juzgase.

Mientras Frida trabajaba en aquel lugar, Franc estaba haciendo el servicio militar que le correspondía a los chicos mayores de edad en aquella época. Dory compró un piso que puso a nombre de su hijo.

Frida decidió que, al terminar éste su servicio, dejaría el trabajo para irse a vivir a aquel nuevo hogar porque pensó que así podría ver más a Franc a partir de ahora.
Tras comentarle a su pareja la idea de irse allí, éste decidió que también iría a vivir con ella así que, finalmente ambos se independizaron.

El amor que sentía ella por él, no era recíproco y eso para Frida sería un corte de alas de raíz.

En poco tiempo, Frida se percató que Franc gastaba todo lo ella había conseguido ahorrar en el bar como si fuese a caducar, eso le generó mucha preocupación aunque no por ello pararía su búsqueda laboral.

Frida trabajó en muchos sitios aunque esta vez tendría menos suerte con sus empleos.

Ofreció servicio para la mujer más rica de la provincia, quien no le alimentaría ni le trataría bien por su alta clase y, además, obligaría a la joven a frotar con un paño y de rodillas todo el suelo de su extenso hogar.

Mientras tanto, Franc gastaba el sudor y el sufrimiento de su pareja nuevamente.

Trabajó en varios sitios de hostelería en los que, si no le ofrecían estancia, dormía a escondidas en una cocina tapada con un mantel, desayunaba en los bancos del exterior fingiendo que había llegado antes al trabajo frente a sus jefes o lo que podía.

Pese a la dura vida y lucha constante de ésta, todo lo que ganaría, entre desprecios y ninguneos, sería tirado nuevamente por Franc, cómo no, con su ludopatía y alcoholismo.

Un día Frida tuvo una charla con Franc que le hizo frenar un poco su alocada vida fuera de la casa. A partir de ese momento él empezó a trabajar en una azulejera en la cual duró bastantes años pero, al llegar a casa por la noche, el chico seguiría asistiendo al bingo a beber cubata tras cubata como siempre. Frida se quedaba en casa atendiendo las tareas del hogar mientras éste fanfarroneaba a su gusto con las azafatas de aquel lugar.

Franc, pese a sus múltiples enfermedades no diagnosticadas, pero vistas por todos, era una persona muy inteligente y muy sabia.

¡Qué lastima que alguien acabase en esa vida sin motivo realmente!


DESDE OTRO PUNTO (YA EN Amazon Kindle)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora