PORT AVENTURA

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Durante aquel curso, con la llegada del calor, el centro decidió proponer a los alumnos una visita a Port Aventura, el parque temático más visitado a nivel mundial situado en Salou, Tarragona.

Un Derek que no acostumbraba a viajar con sus compañeros por las 'vacaciones' que podían darle, se había convertido en un bichillo oficial durante el curso con sus nuevos amigos y su nueva actitud, tan inesperada como espontánea.

Corrían las 7:00 de la mañana. Todos acudían al punto de encuentro, una plaza diminuta donde iría el autobús a recogerles. Padres despidiéndose de sus hijos y deseándoles tanta precaución como su mayor disfrute y así fueron reuniéndose los chicos y chicas de aquel curso hasta la subida al autobús.

Canciones en sus dispositivos de música. Pocos utilizaban todavía su discman, otros estaban más actualizados y tenían ya su reproductor MP3. Dado que en aquellos tiempos la economía estaba mejor, el 99'9% de los niños podían disfrutar del boom del MP3. Compartiendo auriculares para escuchar a sus grupos favoritos o presentarse nuevos descubrimientos en compañía, cantando canciones de autobús, compartiendo sus conversaciones descabelladas con los profesores que, en aquellos momentos se convertían en sus amigos, etc. Cualquier cosa era buena para crear una atmósfera de excursión basada en un ambiente de risas y voces dispersas.

Como en cada excursión, siempre había alguien que se mareaba pero eso era algo habitual y puntual. La diversión venía luego.

Una visita a Port Aventura, una cola que para ellos era a penas extensa. Bien fuese por la época del año que era algo antes de verano o porque habrían sacado algún pase especial, los trabajadores de aquel parque sabían de donde eran y les atendieron con una sonrisa y su mejor humor sin hacer largas colas de 2 horas cada una.

Las horas pasaban, el calor abrumaba, compraban botellas de agua para tirárselas por la cabeza, pues pese a que el grupito de Buggie se pasó la mayor parte de su estancia en atracciones de agua, sobretodo saturando a modo bucle el Tutuki Splash y Los Rápidos del Gran Canyon, se secaban demasiado rápido como para aguantar frescos más de 5 minutos.

Durante la estancia en el parque eran capaces de recordar la frase que les dijo la profesora que les acompañaba antes de desparramarse:

"Intentad que las últimas atracciones no sean de agua para no subir mojados al autobús."

Pero las ganas de los jóvenes eran superior a su obediencia así que, en efecto, al finalizar su excursión estaban todos mojados. Algunos se quitaban algo de ropa y se sentaban sobre las toallas, otros lo hacían directamente pero lo que estaba claro era que con algo se tenían que cubrir. Había aire acondicionado que junto a su empapada les daría frío.

Fue a las 5 de la mañana cuando los niños despertaban a sus padres para decirles, con el éxtasis que aquella excursión les había provocado, que ya habían llegado.
Seguramente, todos estarían cansados pero la emoción no les dejaba darle prioridad a sentirlo.

La curiosidad de este corto viaje cara a nuestro protagonista y acto en el que Frida quedó totalmente desconcertada fue la frase que el chico dijo nada más entrar en casa:

"¡Qué cansado estoy!"

A la madre ya se le iluminaban los ojos pensando que su hijo por fin había quedado realmente cansado y aquella noche dormiría.
Entró pronunciando aquella frase mientras se dejaba caer con el peso muerto y boca abajo en el sofá. Pasaron no más de 10 minutos cuando el joven levantó su torso apoyado con sus manos y pronunció la frase más temida por su madre:

- Me aburro.

- Pero, ¿No decías que estabas tan cansado? -Dijo Frida desconcertada.

- Si, pero ya no.

Un niño que descansaba con solo 5 minutos acostado era la pesadilla de todo aquel que le rodeaba sin duda, pero claramente, aquella noche como todas las demás fue a dormir.

DESDE OTRO PUNTO (YA EN Amazon Kindle)Where stories live. Discover now