ARENA DEL SAHARA

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Llegado el verano un nuevo destino sería visitado. Habían bordeado España en coche y en avión visitando Norte, Sur, Este y Oeste. Vieron las Islas Baleares, al menos dos de ellas, visitaron las Islas Canarias, recorrieron en coche Galicia y sus cuatro provincias bajando hasta Castilla y León, comieron la mona de pascua disfrutando de la fauna de Teruel, pasaban los domingos en el minigolf de La Foia... Condujeron hasta las cuevas de sal de Cardona y la gastronomía de Solsona, Derek vio la nieve caer por primera vez en Sigüenza, un pequeño municipio de Guadalajara, y seguramente recorrió más sitios que queden ocultos en su memoria.

Excursiones en el colegio a Benassal, campamento donde también acudió de forma independiente anteriormente, visitó varias veces Valencia, entre ellas la fábrica Danone, pudo conocer el proceso de la fabricación de papel en Vila-real, disfrutó de las atracciones de Port Aventura pero, las excursión que más disfrutó fue la de final de curso en Santander. Allí se hospedaron en El Mazo, unas cabañas de madera con 8 literas donde pudo pasar un poco desapercibido entre sus enemigos y disfrutar realmente de actividades al aire libre como: tiro con arco, piscina, canoa, etc con quien mejor se llevaba, es más, tanto era lo que disfrutaba haciendo deporte al aire libre que cuando les tocó ir a su grupito formado por 4 personas dentro de la canoa, no lograban coordinarse, mientras todos seguían el lago hacia delante su canoa solo daba vueltas así que decidieron seguir navegando de espaldas:

-¡De culo! ¡De culo! ¡De culo! -Gritaban mientras se animaban a remar en su libre albedrío.


Sin duda, el chico había visto mundo desde pequeño pero, ahora ya en edad adolescente le quedaba algo más que ver y de lo que aprender: Túnez.

Con 15 años viajó con sus padres el Norte de África. Allí conoció otras culturas que, aunque no le gustaron del todo porque no eran tan lujosas como las que estaba acostumbrado a ver, también pudo disfrutar su día a día. Esa era la clave que él tenía siempre.

Frida y Franc se habían tomado una pastilla la noche anterior para no pasar las enfermedades típicas de aquellos países, pero no fue el caso de Derek quien por cuestiones de garganta estrecha y pese a que sí lo intentó no fue capaz.

Aún habiendo tomado aquel fármaco, la madre enfermó del estómago nada más llegar, así que pasó una semana horrenda ya que las actividades seguían y eran bastante movidas. Era justo lo que su estómago menos necesitaba así que en la mayoría de actividades ella se quedaba esperando junto al guía hasta que su marido y su hijo volvían pero, en otras, decidía participar aunque fuese por Derek poniendo la mejor cara que podía.

La actividad que el joven más disfrutó fue ir por un descampado en 4x4 con el guía haciendo trompos por los agujeros enormes de un terreno de tierra.

-¡Otra vez! ¡Más, más! -Gritaba él junto a otro niño de otro matrimonio con quien coincidieron en aquel todoterreno mientras los adultos se daban cabezazos en el techo continuamente.
La cara de los padres mientras pensaban: No, por Dios. Que termine ya, era para verla.

Otra actividad que disfrutó mucho y con la que su madre terminó un carrete entero en la cámara de fotos fue su primer paseo en camello. Una fila llena de camellos preparada para pasear a sus turistas le hizo divertirse aunque, por supuesto, aquello le resultó extraño, pues nunca antes había experimentado nada similar. El paseo fue bien exceptuando cuando el camello que iba delante empezó a hacer de vientre sin pausa haciendo que tuviese que encoger los pies.

Muchas actividades y experiencias nuevas fueron las que tuvieron allí, pero la más significativa para él fue una excursión guiada al desierto del Sahara.

Un autobús les llevó a un hotel donde les dieron habitaciones adaptadas para cada familia según sus miembros, en el caso de nuestros protagonistas fue una habitación para tres.
Una cama de 3, enorme, y solamente una persona durmiendo: el niño:

-¡Estate quieto ya! -Decía Frida mientras su hijo no dejaba de coger carrerilla y lanzarse en plancha encima de la cama.

Pero a Derek le parecía tan asombrosa aquella cama que no dejaba de lanzarse.

-Yo con este niño no duermo. -Se mosqueaba la madre quien terminó por acostarse en el sofá.

Franc, en cambio, si que durmió con él pero no duró mucho en la cama:

-Que, ¿Has dormido a gusto? -Preguntaban sus padres con retintín la mañana siguiente.

- Si, mucho. -Decía el niño más descansado que nadie y abierto de brazos y piernas como si fuese una estrella de mar con toda la cama para él solito.

-Normal, toda la cama para ti. Me has tirado al suelo. -Dijo Franc.

Derek se reía:

-Ja, ja, ja, ¿Cómo he podido contigo?

-Te has ido acercando, me dabas calor, me apartaba y he acabado en el suelo.

Las risas del joven no podían parar imaginando aquella escena.

Finalmente, una vez ya vestidos, fueron a aprender algo más: Las historias del desierto.
Derek caminaba con cautela, dando pequeños pasos y mirando firmemente donde apoyaba el pie después de escuchar cómo el guía contaba que los escorpiones se escondían bajo la arena y si aparecía uno, un picotazo solo te mantendría vivo los primeros segundos.

Iba un poco con miedo pero todo salió bien. Allí pudo ver la famosa "bola del desierto" que se ve en las películas, un estepicursor, aunque no era tan común como aparenta o, al menos, ese día no lo era y tampoco pudo ver ningún oasis.

Acabada su excursión un autobús les acercó a un restaurante. Allí comenzó a hablar en español con otro niño, los padres al ver a su hijo hablando, también comenzaron a interactuar, pues eran los únicos españoles allí así que acabaron siendo amigos y juntándose en la mesa para comer. Mientras, los niños exploraban aquellas cocinas a hurtadillas, un puñado de comida tirada de golpe contra cacerolas oxidadas les hizo mirarse entre ellos y poner cara de desagrado y, claramente no se fiaron de comer, su justificación era que aquel hombre se había podido rascar el culo.

En el restaurante Frida exigía una salsa más picante para su comida, pues a ella le encantaba el picante. Los árabes no pudieron permitir que una mujer fuese fuerte, así que le pusieron a prueba sacando un bol lleno de guindilla picada:

-Esto es guindilla picada, no voy a probar eso. -Decía Frida en tono de a mí no me la dáis.

-¡Yo lo pruebo! -Respondió el joven con iniciativa y curiosidad.

-No pruebes eso que pica mucho. -Intentó frenar la madre.

Demasiado tarde, el niño ya había metido el dedo en el bol y había probado aquella pasta al rojo vivo mientras intentaba beber varios vasos de agua sofocado por el ardor.

¡Arg!! Si soplo seguro que sale fuego como un dragón. -Dijo Derek mirando a su nuevo amigo.

-Ya te dije que no lo probases. -Recriminó nuevamente la mujer.

Adry, su nuevo amigo, y Derek salieron del restaurante y se pusieron a observar las hormigas, unas hormigas enormes con un abdomen inclinado hacia arriba. Bromeaban siempre con comentarios del momento mientras hacían tiempo para esperar a sus padres.

Pronto volverían al hotel pero no sin ser invitados a Alicante, donde residía aquella familia manteniendo así el contacto después de sus vacaciones.

DESDE OTRO PUNTO (YA EN Amazon Kindle)Where stories live. Discover now