La hija de Endeavor, Hanabi, porta un quirk problemático: conserva y roba la energía vital de otras personas, para transformarlas en juegos pirotécnicos explosivos.
Sin embargo, su cuerpo es incapaz de retener la energía de otros, y producto de sus...
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TODOROKI HANABI
—¡Ya no lo voy a aguantar más!
Mirio estaba realmente enfadado conmigo, y eso era extraño para el hombre felicidad. Bajé la cabeza como un niño regañado, aunque no sabía con exactitud qué había hecho, y por qué parecía mi madre en este mismo instante.
Nos encontrábamos de pie, en la entrada de nuestros dormitorios de la U.A.
—¡¿No se suponía que seríamos amigos por siempre?! ¡Seríamos los mejores amigos por siempre! ¡Poooor sieeeeempre! —recalcó diez veces—, ¡Hicimos esa promesa con helado a los trece años!
—¿M-Mirio?, sí seguimos siendo los mejores amig-
—¡No! ¡Los tres! ¡Tú, Tamaki y yo! ¡Pero estás deprimiéndolo con tu actitud! —me interrumpió en medio de mi sonrisa y la perdí apenas le escuché decir su nombre.
Abrí mi boca desentendida.
Mis mejillas volvieron a enrojecerse.
—¿Tamaki-kun...? ¿deprimido? ¿es- es mi culpa?
—¡Claro que es tu culpa!, ¡no dejas de evitarlo!, ¡ya está, Hana-chan!, ¡Ya no sigas rompiendo su corazón!
—¡¡¿R-ro-rompiendo s-su corazón?!!
Sentí cómo una desesperación afloró dentro del mío, intentando contener las lágrimas que se amontonaban en mis ojos. Yo era realmente sensible si se trataba de él, era ridículo.
Erguí mi espalda rápidamente con una estruendosa determinación.
—¡Voy a pedirle perdón ahora mismo! —Mirio asintió cruzándose de brazos—. ¡Debería incluso lanzarme al piso cuando lo haga!
—Hana-chan, no lo hagas, lo colocarás más nervioso... Solo pídele perdón y esfuérzate por volver a hablarle como lo hacías antes.
Intenté dar un paso, aunque fuera uno, para ir de camino a la habitación de Tamaki-kun... pero mis piernas temblaron.
Odiaba mi propio cuerpo que siempre me traicionaba cuando más lo necesitaba.
—N-no puedo... —me quejé nuevamente, tiesa como una tabla—. De solo pensarlo me explota la cabeza... ¡Voy a quemar los dormitorios de todos si activo mi don allí adentro! ¡Causaré una enorme explosión!
—Pero... ¿Por qué te avergüenzas tanto? ¿Sigue siendo por lo que pasó en el festival deportivo? ¡¡¿Hace dos años?!!
Me sobresalté ante su pregunta.
—¡¡N-no hables!! ¡¡No hables del festival del deporte otra vez!! ¡¡No lo hagas!! —le cubrí la boca con mi mano.
La vergüenza era tan intensa que pude percibir que la temperatura explotaba dentro de mi boca, siendo capaz de formar vapor en mi aliento al exhalar.
