La hija de Endeavor, Hanabi, porta un quirk problemático: conserva y roba la energía vital de otras personas, para transformarlas en juegos pirotécnicos explosivos.
Sin embargo, su cuerpo es incapaz de retener la energía de otros, y producto de sus...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
TODOROKI HANABI
Escribí una carta de mi puño y letra, pidiéndole perdón por haberle evitado estos largos dos años, en los que al menos pude haberle explicado las razones de mi actitud evasiva. Fui realmente egoísta, al pensar que estaría bien, si tan solo me protegía a mí misma alejándome de él.
Aunque también pretendía protegerlo a él y a quienes estuvieran cerca de nosotros a un diámetro de 10 metros, a lo menos.
Mi padre no me heredó nada bueno, solo un don extraño que causaba explosiones de magnitud.
En fin. Mientras escribía la carta, arrugué diez papeles distintos. Es que no podía expresar claramente lo que quería decir. ¿Por qué era tan difícil?, es ridículo. Si quiero ser un héroe, no le debo tener miedo a un sentimiento.
Nadie le tiene miedo a amar, ¿no es así?
Quizá era más común de lo que yo creía, pero nunca me lo explicaron.
De pronto, recordé que el poder que habíamos heredado de nuestro padre, era sumamente peligroso.
''Murió por quemaduras de primer grado. Al parecer intentó llevar al máximo sus poderes, y su cuerpo, que era débil, no lo resistió''.
Recuerdo esas palabras del médico. Yo era una niña en aquel momento y sólo podía mantenerme de pie porque me aferraba fuerte de las piernas de Fuyumi.
Mierda... volví a arrugar el papel una vez más.
Tamaki, tengo miedo de desaparecer antes de mi cometido. Todos los dones tienen un límite, ¿no es así?, yo siento que lo supero cada vez que te tengo cerca.
Y no me preocuparía morir de esa manera, pero no puedo morir aún.
Tengo una responsabilidad contigo, no quiero hacerte daño. Sé que tenerme como amiga fue un gran logro que te hacía sonreír. Y yo te traicioné, enamorándome de ti.
Cuando acabé de escribir mis pensamientos sobre aquel extracto de papel, supe que era el momento indicado de ir a entregárselo. Si seguía pensando en qué escribir, iba a explotar yo sola en mi habitación, y eso sería el colmo.
Bajé hasta el segundo nivel de los dormitorios, hacia donde dormían los chicos. Permanecí unos minutos frente a su puerta, y vacilé al pensar en que estaba durmiendo.
O de eso me convencí, para hacer tardar mi acción un poco más.
—Bien, volveré mañana en la mañana, no quiero despertarte.
Fui muy considerada esa noche, aunque no pude cerrar los ojos pensando en cómo iba a entregarle una carta tan cursi al día siguiente. Él no sería capaz de mirarme de nuevo a los ojos, ¿verdad?
