La hija de Endeavor, Hanabi, porta un quirk problemático: conserva y roba la energía vital de otras personas, para transformarlas en juegos pirotécnicos explosivos.
Sin embargo, su cuerpo es incapaz de retener la energía de otros, y producto de sus...
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TODOROKI HANABI
Había imaginado besarlo durante años. Solo me bastaba con mirarle los labios mientras hablaba, para sumirme en aquella hermosa fantasía.
Unos minutos atrás, y luego de acabar con el villano enmascarado, perdí la cabeza al explotarme de energía. Me sumergí en alucinaciones de colores difusos, mientras todo a mi alrededor daba vueltas.
El asunto se intensificó en cuanto escuché sus palabras.
''Me gustas... muchísimo, así que... acepto. Estaré contigo, por siempre... ''.
Mi cuerpo reaccionó liberando todo ese calor que me mantenía desorientada. Él supo qué decirme para obligarme a librar todo mi poder hacia el cielo.
Porque mis emociones controlan mi don.
Él me había salvado con sus palabras, literalmente.
Pero mientras soltaba toda esa pirotecnia que curaba mi cuerpo, pude divisar su rostro de dolor, producto de las quemaduras que se infringía al sostenerme del brazo.
En aquel momento, en cuanto mi mente volvió a estar limpia y lúcida, me enamoré del todo.
Él quería llevarme lejos. Quería colocarse de pie y levantarme del suelo, pero supe que era el momento indicado para detenerlo y besarlo de una vez por todas.
Los fuegos artificiales explotando sobre nosotros, la noche en que él había hecho todo lo posible para salvarme, era el momento preciso para hacerlo. Demoró unos cinco segundos en dejarse llevar y cerrar los ojos.
Nuestro beso fue dulce, consentido, y lento.. Lo que había imaginado antes, no se comparaba con vivir la verdadera experiencia. A tan fuerte que latía mi corazón, podía escuchar el suyo sintonizarse.
Parecía una eternidad que yo añoraba. Fue más suave de lo que creí, más duradero y desde luego, más bello.
—Vaya, mira cuánto has crecido.
Nos separamos al oír una tercera voz emitida cerca de nosotros.
Lo primero que vislumbré dentro de aquel callejón oscuro, fue un portal alto de un tono violeta, y un hombre de cabello negro saliendo del mismo, esbozando una amplia sonrisa.
La oscuridad no me permitía verle el rostro, y como el portal a sus espaldas volvía a cerrarse, menos luz había para identificarlo.
—Suerte que lanzaste esos fuegos artificiales para llamarme.
Tamaki reaccionó mucho más rápido que yo y alargó un tentáculo para golpearlo o distraerlo. Pude notarlo en su rostro, que el peliazul quería huir y no combatir.
