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La respiración de Zaid choca con un ritmo constante contra mi nuca, Llevo despierta alrededor de una hora, pero no he podido sacar el cuerpo de la cama. El brazo del hombre tiene un agarre férreo alrededor de mi cadera. Creo que no nos hemos movido en toda la noche y si lo hicimos, regresamos a la posición inicial.

—deja de moverte— la voz de Zaid, ronca y rasposa me sobresalta un poco.

—necesito ir al baño— murmuro.

No es mentira. Creo que mi vejiga va a explotar si no soy capaz de llegar al baño.

Su brazo se suelta, casi como si hubiera abierto una cerradura y me deslizo fuera de la cama rápidamente. Suspiro aliviada al poder entrar al baño del cuarto y, una vez dentro, hago mis necesidades y me meto en la ducha. Me relajo bajo el agua caliente y puedo escuchar a Zaid hablando con alguien. Intento desconectarme y tomarme un minuto para mí misma, sola.

—Siria, no tardes mucho, debemos irnos— la voz de Zaid llega a través de la puerta— respóndeme.

—está bien, ya salgo.

Apuro mi baño, me enjuago y salgo del cuarto envuelta en una toalla.

Maldición, olvidé agarrar mi ropa.

Zaid está de espaldas a mí, abrochándose una camisa. Llego a ver su espalda, amplia y firme, pero rápidamente me giro hacia el mueble, agarro un vestido azul oscuro, que llega por debajo de mis rodillas y la ropa interior. Me vuelvo a encerrar en el baño, me visto y para cuando salgo, Zaid ya está completamente vestido.

—¿Cómo dormiste? — Zaid tiene una ceja levantada y me observa— ¿Vas a seguir en tu modo silencioso?

—dormí bien, gracias— me contengo de preguntarle lo mismo, porque no quiero que él piense que podíamos llevarnos... bien— ¿Por qué la prisa? ¿A dónde nos iremos?

—almorzaremos con mis padres— me dice

—apenas son las nueve de la mañana— murmuro, al ver su reloj de muñeca.

—lo sé, pero antes debemos pasar por la empresa.

—¿Qué empresa?

la empresa, mi empresa. Desde ahí trabajo— me explica— a veces puedo hacerlo desde aquí, como las últimas semanas— habla, mientras ambos entramos a la cocina— pero necesito ir y controlar que todo esté en orden.

Mi cerebro, aún medio dormido, trata de entender sus palabras. ¿Esto quiere decir que Zaid se irá durante algunas horas y podré estar sola?

—¿Shaytan está aquí? — pregunto, sin querer ilusionarme con la idea de que él se mantenga lejos de mí.

—si, pero podrás verlo cuando regresemos— me dice, mientras enciende la máquina de café.

—Zaid — aunque temo preguntar, necesito saberlo— ¿Qué voy a hacer yo?

—¿Con qué?

con mi vida, quiero decirle.

—mientras no estés aquí— hablo, con la esperanza de que él me confirme que podré estar sola.

—¿Vas a intentar escapar?

—no, solo... quiero saber— y mis labios siguen moviéndose— no sabría a dónde ir, Zaidd. No puedo regresar con las Madres, ni conozco la ciudad.

—no tiene sentido que lo intentes, siquiera—me dice.

El hombre me observa unos cuanto segundos en silencio, sonríe, como si supiera algo que yo no y luego sale de la cocina, cuando su teléfono suena.

Obediencia |+18| (borrador)Where stories live. Discover now