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TREINTA Y CINCO

—¿Quieres una taza de café?

La guardia que me trajo se fue y la compañera de Claire nos dejó solas así que ella acaba de hablarme.

—no, gracias.

—¿Te estás adaptando bien a todo este...?

—mundo nuevo— suelto un suspiro, un poco cabreada— eso intento, pero... es un poco difícil, ¿Sabes?

—te entiendo— no creo que lo haga, sin embargo, muevo lentamente mi cabeza— yo...

—¿Tu nombre realmente es Claire? — le pregunto.

—si, lo es— ella hace una mueca— no quise nunca que te sintieras traicionada — dice luego de unos segundos— pero...

—era tu trabajo hacerlo, Claire— murmuro.

Lo cierto es que sí, me siento traicionada. Ella fue una de las pocas personas que estuvo desde antes de que Zaid decidiera tomarme como su esposa y fue testigo de todo lo que me hicieron las Madres, los últimos tres años. ¿Por qué no hizo nada para evitarlo?

—Siria, yo...— ella tiene un semblante sereno y no puedo ver ninguna emoción en su rostro— lamente tanto todo lo que pasaste, pero...

—hay algo que no entiendo, Claire— la miro— siempre lo supiste, siempre supiste que todo eso era una mentira, ¿Por qué no me dijiste? ¿Por qué no me ayudaste?

—¡Claro que te ayudé!

—¿Cómo? Lo que recuerdo es que decías una y otra vez que mi carácter iba a terminar por matarme y que intentara llevarme bien con Zaid.

—intentaba protegerte de ellas.

—¡Me hubieras sacado de ahí! — le grito sin poder contenerme— ¿Por qué dejaste que él me llevara? ¿Por qué, Claire?

—Siria...

Intento contener mi enojo, pero no puedo. Cierro las manos en puños, mientras espero a que ella diga algo, pero no sé si quiero escuchar alguna justificación burda.

—sabías lo que él me hacía— le digo— te lo dije, lo hablamos, yo... pensaba que eras mi amiga, que intentabas ayudarme.

—lo soy, yo...

—pero me dejaste con él— sigo— dejaste que él hiciera conmigo cualquier cosa e incluso cuando pensé que las cosas con Zaid estaban mejor, tú... te alegraste.

Ella me observa en silencio por muchos segundos.

—lo siento, en serio, lo lamento — ella se acerca un paso, pero retrocedo— Siria...

—tú estuviste ahí tres años, Claire, tres malditos años encerrada en el maldito convento conmigo y jamás... jamás intentaste sacarnos.

—no podía hacerlo, necesitaba pruebas.

—¿Tres años no fueron suficientes pruebas? — le pregunto— realmente, ¿EN tres años no pudiste conseguir suficiente mierda como para enviarlas a prisión?

—sé que no lo entiendes, pero...

—no, claro que no lo entiendo— grito— ¿Te olvidas que esa fue mi vida hasta hoy por la mañana? Nunca había estado con... esto antes, ¡Ni siquiera con esta ropa! — le digo— todo esto es nuevo para mí, Claire y saber que tú sabías todo esto y no me lo dijiste...

—¡No podía hacerlo!

Por unos cuantos minutos, nos miramos en silencio. Ambas terminamos alteradas y gritando pero yo necesitaba sacar algo de todo eso de adentro de mi cuerpo, porque explotaría.

Obediencia |+18| (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora