30

17.6K 1.5K 476
                                    

(Zaid)

La cabeza me duele de forma inexplicable y cuando abro los ojos, la luz resulta demasiado molesta. Suelto un suspiro y me fuerzo a mí mismo a mantener mis ojos abiertos.

El cabello de Siria cae sobre mi brazo y frunzo el ceño al ver que sus brazos están esposados al cabecero de la cama.

¿Qué demonios pasó anoche?

Mi último recuerdo es haberla mandado a la habitación y luego de eso, fui a mi despacho. Tomé algo de whisky y me entretuve con eso hasta la madrugada, cuando creí que ya estaba calmado y sin deseos de lastimarla. No es que quiera hacerlo, pero... Siria me exaspera, muchísimo. No encuentro una puta forma de que ella me obedezca y entienda cuál es su lugar.

Me froto el rostro y salgo de la cama, sin hacer mucho ruido. Evaluando la habitación, me doy cuenta de lo que pasó. La luz del baño está encendida y recuerdo que Siria me llevó ahí para que me diera un baño. No recuerdo exactamente qué pasó después, pero viendo el estado de la chica, le hice daño. Tiene las mejillas enrojecidas y hay lágrimas secas en su rostro. Me apresuro a buscar la llave de las esposas y sacarlas, porque debe tener los brazos entumecidos. Siria se remueve, pero no despierta y yo miro su cuerpo. Tiene las piernas desnudas y puedo ver su entrepierna. Al menos no hay sangre. Tal vez no la dañé tanto.

Me meto en el baño, me doy una ducha rápida y me vestido, intentando hacer el menor ruido posible. Una parte de mí, quiere despertarla y pedirle perdón, pero sé que no servirá. Siria ya me odia y no hay forma de volver atrás luego de esto. Así que si va a odiarme, le daré motivos.

Salgo de la habitación ya vestido y bajo a la cocina, encontrando a Tamara, que está preparando el desayuno.

—buenos días, señor— me saluda— ¿Quiere algo en especial para desayunar?

—no, solo un café— carraspeo— escucha, Tamara, Siria está en la habitación y no creo que salga de ahí hoy— le digo, omitiendo todos los detalles— asegúrate de que coma algo y de llevarle algún analgésico.

—claro, señor— ella fuerza una sonrisa, pero lo sabe. Nos vio llegar ayer y seguramente, alguno de los guardias escuchó las discusiones con Siria.

—necesito que te quedes hasta que yo regrese de la empresa— le digo— ella no puede quedarse sola.

—si, señor— ella deja una taza de café frente a mí— con permiso, iré a lavar la ropa.

Ella deja la cocina y yo me quedo solo, mirando la taza de café negro.

Saco el teléfono del bolsillo de mi pantalón y marco el número de Ahmed, para pedirle que entre a la casa.

—buenos días, señor— él ingresa pocos minutos después, luciendo cansado.

—¿HIciste guardia anoche?

—no, señor. Solo... no descansé bien, pero eso no afectará mi trabajo— dice, enderezandose— ¿Necesita algo?

—Vas a quedarte aquí hoy— le digo, luego de tomar un poco del café— dile a Samed y Jamid que ellos se irán conmigo— sigo— te quedarás aquí por cualquier cosa que pase con Siria.

—está bien— mantengo mis ojos en su rostro — ¿Algo más?

—ella no tiene permitido salir de la propiedad, si quiere estar en el patio, bien, que lo esté, pero no la dejes sola— él asiente— te llamaré para saber cómo está porque... no pasó una buena noche— veo sus manos cerradas en puños y frunzo el ceño— ¿Pasa algo?

—nada, señor.

—bien— dejo el café, sin más ganas de beberlo— no sé si ella saldrá de la habitación, pero ante cualquier... cosa que surja, me llamas— le digo, pasando por su lado.

Obediencia |+18| (borrador)Where stories live. Discover now