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—Siria— Zaid me intercepta cuando salgo del baño con un pijama— Kaled está aquí, quiero que te revise.

—está bien— murmuro, apretando con fuerza el vestido contra mi pecho. Escondí el pequeño micrófono en el baño, hasta que decida qué hacer. Nada interesante pasa en el baño, así que Anás no obtendrá nada desde ahí.

—Hola, Siria— Kaled está en la sala de estar, con su maletín y el rostro cansado, como si lo hubieran sacado de la cama.

¿Cuánto tiempo estuve con Anás realmente?

—hola— murmuro.

—necesito que me digas si él o alguien más te tocó — niego, lentamente— Siria, ¿Estás segura?

—sí, él no me hizo daño.

—¿Puedes darme tu brazo, por favor? — estiro mi brazo en su dirección y él me toma la presión— tienes la presión estable. Creo que no le hicieron nada, Zaid.

—está bien— Zaid suspira, mientras su mano sube y baja con lentitud por mi espalda— te llamaré por cualquier cosa, gracias Kaled.

—no hay de qué— el médico me da una sonrisa leve y sale del cuarto. Seguramente algún guardia de Zaid lo lleve hasta la salida.

—¿Quieres comer algo? — niego, todavía con una sensación extraña en mi interior. No puedo entender cómo es que alguien se infiltró con Zaid, ¿Cómo era posible, siendo él tan obsesivo con la seguridad? Tenía que ser alguien que no conociéramos o...— Siria— Zaid aprieta mi mano y yo dejo de pensar por un minuto— dime qué pasó.

Tienes que espiarlo la voz de Anás resuena en mi cabeza.

—estoy... estoy muy cansada — murmuro— yo... quisiera dormir.

—claro, lo entiendo— el hombre me da una sonrisa comprensiva y se levanta del borde la cama— ¿Por qué no te acuestas? Vendré en un minuto.

Asiento y lo veo salir de la habitación. Me meto debajo de las mantas, acurrucandome para tomar un poco de calor, pero principalmente, me abrazo a mi misma y me destrozo la cabeza pensando. En serio, no sé qué hacer. Podría espiar a Zaid, traicionar su confianza y darle la información a Anás, ¿Y entonces? No confío en él, como para estar segura de que me ayudará a salir de aquí cuando Zaid se entere. Tal vez podría hacer un trato con Zaid, decirle, conseguir que me dé más libertad y que me respete por no traicionarlo. Hacer eso podría servirme para que él dejara de ser un imbécil conmigo.

De cualquier forma, yo pierdo. Entonces, ¿Me quedo con el "malo conocido" — Zaid — o le doy una oportunidad a Anás?

—señorita — Tamara entra a la habitación y yo me sobresalto, porque no la esperaba— el señor me pidió que le trajera algo para comer— asiento, sin ánimo— ¿Cómo se siente?

—estoy bien— murmuro— gracias— me siento mejor sobre el colchón y la mujer deja una bandeja con un sándwich tostado y un vaso de zumo— no tengo hambre, yo...

—lo sé, pero el señor quiere que coma algo.

Asiento y ella me da una sonrisa leve antes de salir del cuarto, dejándome sola. Aunque no por mucho, porque la puerta vuelve a abrirse y Zaid entra.

—¿Has comido?

—Tamara acaba de traerlo, iba a hacerlo ahora— digo, soltando un suspiro — Zaid...

No sigo, me callo. No estoy segura de querer hacerlo. No puedo hacerlo. ¡Hasta hace unos días no esperaba más que escaparme de él!

—¿Qué ocurre?

Obediencia |+18| (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora