Epílogo

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Disculpen la demora en subirlo.

Recuperarse de perder una vida es un proceso bastante largo. Los primeros meses de tranquilidad en Italia con mis padres y Enzo, se ven oscurecidos por algunas pesadillas y ataques de pánico.

Cuando pasan siete meses desde que, finalmente, me liberé de Zaid, la psicóloga con la que estoy trabajando me sugiere que debo empezar a salir e interactuar con personas más allá de mi hermano y mis padres.

—¿Qué hay de Gina? — me pregunta— ¿Hablas con ella?

—charlamos cuando va a la casa— le digo— es agradable.

Gina, la novia de mi hermano, se está convirtiendo en mi amiga. Creo. A veces, cuando está en casa, los tres nos quedamos sentados en el sofá frente al televisor, mirando una película y algo extraño me invade cada vez que veo a mi hermano pasar su brazo alrededor de ella y la comodidad que tienen.

Desearía haber tenido eso.

Desearía darme a mí misma la posibilidad de estar con alguien y superar el pasado.

Desearía no haber sido secuestrada, vendida y violada.

Desearía no haber conocido a Zaid.

Desearía...

Eres libre ahora, me recuerdo.

—Siria— la psicóloga me observa, sacándome de mis pensamientos— creo que es buena idea que hables con tu padre. Tal vez puedas estar algunas horas en la cafetería con él, ayudando y también interactuando con más personas— yo le digo que sí, aunque no estoy muy convencida— es un lugar seguro— murmura— tu papá está ahí.

—si, es solo que... ¿Qué pasa si me equivoco? ¿Qué pasa si tengo un ataque de pánico o...?

—estás lista, Siria— su voz es firme, pero calma, como siempre— y si tienes un ataque, puedes superarlo.

Aprieto los labios y asiento.

Sí, estoy lista.

Tengo que estarlo.

Por la noche, estoy ayudando a mamá a cocinar. Intento hablar siempre en italiano, aunque a veces no sé algunas palabras y debo recurrir a ellos para poder expresarme. Mis pensamientos, sin embargo, siguen en turco. Es algo que no puedo evitar.

—¿Papá? — puedo verlo entrar a la casa, porque no he podido quedarme de espaldas a la entrada de la cocina sin sentirme nerviosa, especialmente desde que Zaid entró por ahí.

—hija— él se acerca, me da un beso en la frente como todos los días y se acerca a mamá para besarla— ¿Cómo están?

—bien, cariño— escuché a mi madre decir tantas veces la palabra cariño que le perdí el miedo.

—¿Siria?

—estoy bien— le doy una sonrisa leve— hoy fui de la psicóloga.

Bueno, no fui. Enzo me llevó. No puedo salir sola, todavía. Me da miedo.

Paso a paso.

—¿Cómo te fue? —me pregunta, interesado.

—ella...— me humedezco los labios— me fue bien, pudimos de hablar de... algunas cosas que me inquietaban— le digo— también sugirió que sería bueno para mí comenzar a interactuar con más personas— murmuro.

Mis padres— qué bien suena decirlo — me observan por unos cuantos segundos antes de mirarse entre ellos. Mamá habla primero.

—¿Qué se te ocurre hacer, hija?

Obediencia |+18| (borrador)Where stories live. Discover now