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No abras los ojos.

Puedo sentir la respiración de Zaid cerca de mi nuca, desde que se acostó a mi lado. Hice un enorme esfuerzo para que no notara que estaba despierta, hasta que se durmió. Ni siquiera sé qué hora es, pero sigue habiendo un poco de luz en el exterior, por lo que no deben ser ni siquiera las ocho de la noche.

No he salido de la habitación en todo el día, pero Tamara me ha traído comida y Ahmed ha intentado hablar conmigo del otro lado de la puerta. Sin embargo, no intentó entrar a la habitación y yo tampoco lo hubiera querido.

Zaid me rompió.

Intento no comenzar a llorar de nuevo, pero es algo que no logro controlar. Las lágrimas caen por mis ojos y aunque quiero moverme, no puedo. Zaid me tiene sujeta contra su cuerpo y además, el dolor en mi cuerpo es muy fuerte. Siento como si me hubieran desgarrado el interior, parte por parte.

Él ganó. Logró su propósito. Me rompió.

¿Qué me queda ahora, si ya ni siquiera tengo esperanza de que él cambie?

Mi cerebro no ha parado en todo el día y los pensamientos me abruman, especialmente, el hecho de que él no usara un preservativo. No quiero ser madre nunca, mucho menos, si él es el padre. ¿Qué evitará que me dañe mientras estoy embarazada o dañe al bebé? No puedo traer un hijo a este, su mundo.

Me remuevo, logrando que él me suelte y me quedo quieta, casi sin respirar cuando él se acomoda en la cama, suspirando. Sin embargo, no despierta. Veo que en la mesa de noche hay un plato con un omelette, que él trajo. ¿Cree que trayendo la comida a la cama le perdonaré el daño que me causó?

Está loco si piensa eso.

Salgo de la cama y me muerdo la lengua para reprimir el gemido de dolor que punza entre mis piernas. A pesar de que ya me he tomado dos analgésicos, no se va. También tengo miedo, mucho miedo a quedarme embarazada, porque no estoy tomando ningún anticonceptivo y él no usó condón. Me aterra la idea.

—¿Siria? — mis pies se clavan en el suelo al escuchar su voz y ni siquiera me volteo— ¿Cómo te sientes? —Lo ignoro. No puedo hablarle, ni quiero hacerlo. Él no se lo merece— Siria, escucha...

—ni siquiera lo intentes— hablo, aún sin mirarlo— no lo hagas.

—tenemos que hablar— escucho el roce de su piel en la sábana y luego, está frente a mí. Ni siquiera lo miro a la cara— ¿Cómo te sientes? —vuelve a preguntar.

—¿Tú cómo crees?

—Siria, escucha...— comienzo a negar e internamente deseo tener la capacidad de bloquear su voz y no oirla nunca más— vamos a sentarnos y hablar.

—me lastimaste— gruño— no quiero hablar contigo— las palabras salen violentamente de mi boca— no quiero hablar contigo nunca más— esforzándome para ignorar el dolor en mi cuerpo, me meto en el baño, trabando la puerta. No importa lo que él quiera ahora.

Habíamos tenido una suerte de paz, ¿Por qué lo arruinó todo? ¿Qué demonios hice para merecer esto?

Las lágrimas vuelven a salir de mis ojos, sin poder controlarlas y me siento en el suelo, a un costado de la bañera, con los ojos cerrados.

—Siria, abre...— Zaid golpea con fuerza la puerta— demonios, ¡Sal de ahí y hablemos!

—dejame sola— grito.

Él se calla. Escucho un portazo y deduzco que salió de la habitación. De todos modos, me quedo en el baño, llorando, hasta que puedo calmarme y soy capaz de levantarme, a pesar del dolor en mi cuerpo y mirarme al espejo. Estás de más decir que estoy hecha un asco. Me lavo el rostro antes de salir al cuarto y busco ropa. Está decidido, tengo que irme de aquí.

Obediencia |+18| (borrador)Where stories live. Discover now