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El evento finalmente llega. Zaid se está bañando mientras yo busco el vestido y los zapatos. Aprovecho para vestirme e intento subir el cierre del vestido. La dependienta de la tienda tuvo que ayudarme al comprarlo. Suelto un suspiro al darme cuenta de que no puedo y camino hacia la puerta de la habitación, esperando encontrar a Tamara para que me ayude.

—¿A dónde vas? — me detengo al escuchar la voz de Zaid a mis espaldas.

—iba a pedirle ayuda a Tamara, no puedo cerrar el vestido— murmuro, esperando que él diga algo.

—yo te ayudo— sin darme tiempo a decirle que no, él ya está detrás de mí y sus manos suben sin prisa el cierre— estás preciosa, Siria.

Un escalofrío me recorre la médula, pero me esfuerzo por aparentar calma y carraspeo.

—gracias.

—espera a que termine de ponerme los zapatos y ya nos vamos— puedo soltar el aire contenido cuando él se aleja y lo veo sentarse en el borde de la cama para ponerse los mocasines.

—está bien— camino hasta el tocador y me siento en la silla, pero dándole la espalda al espejo— ¿Cuánto tiempo durará?

—algunas horas— Zaid anuda los zapatos, pero sus ojos están fijos en los míos— será la recepción, la subasta para recaudar fondos y la cena— asiento, distraída— si ya estás lista, nos vamos.

Comienzo a ponerme más y más nerviosa cuando veo que quien conduce el auto es Ahmed. Zaid le creyó completamente la mentira del sonambulismo o ambos están interpretando muy bien su juego y eso me hace desconfiar de todo.

Además, suponiendo que Zaid no estuviera detrás de todo esto, ¿Qué motiva a Ahmed a ayudarme?

Esta vez, Zaid se sube en los asientros traseros, a mi lado y su brazo no tarda mucho en rodear mis hombros y acercarme a él.

—¿Arrancamos, señor? — la voz de Ahmed es un poco tensa y, aunque intento encontrar sus ojos por el espejo retrovisor, no lo logro.

—Si, Ahmed— Zaid enreda un mechón de mi cabello entre sus dedos y yo me mantengo quieta, con mi respiración contenida y el cuerpo tenso— estás preciosa, cariño.

Cariño, cómo odio ese apodo de mierda.

—gracias— para evitar cualquier ataque de su parte, intento sonreírle o al menos, darle mi mejor intento de sonrisa.

—no te separarás de mí en toda la noche, Siria— los dedos de Zaid tocan mi hombro, casi de forma distraida, sin embargo, sus ojos están clavados en mi rostro— no quiero que te alejes, no importa con quién esté hablando o sobre lo que esté hablando, te quedas conmigo, ¿Soy claro?

Asiento.

—¿Tus padres van a estar ahí?

—mis padres, el gobernador, los jefes de la policía...

El estómago se me contrae un poco al pensar en la cantidad de gente que habrá alrededor nuestro.

Me mantengo tranquila mientras Ahmed conduce y Zaid habla por teléfono a mi lado. Ni siquiera intento averiguar por dónde estamos, porque no conozco la ciudad y además, no tiene mucho sentido. Tardamos casi el mismo tiempo que nos llevó ir a la oficina de Zaid en llegar a un edificio lujoso y muy iluminado, rodeado de muchísima gente y personas con cámaras.

—llegamos, señor.

—te quiero atento al teléfono, Ahmed— Zaid le habla por última vez al guardia, antes de bajarse del auto. Antes de que pueda deslizarme y bajar yo también, él estira la mano y me ayuda a salir— sonríe para la cámara, Siria.

Obediencia |+18| (borrador)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu