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—Siria, ven.

Desde que estamos en la isla, Zaid luce relajado, como si estuviéramos de vacaciones. Él incluso pareció olvidar que estamos recluidos aquí porque maté a su padre. El estómago se me revuelve de tan solo pensarlo y tengo que esforzarme en tragar saliva y acercarme hasta él, en la entrada de la casa.

—¿Qué ocurre?

—¿Estás muy cansada? — lo observo y luego, miro a mi alrededor.

Ya ha oscurecido y honestamente, no sé qué es lo que quiere hacer a esta hora. Sin embargo, la curiosidad es más fuerte que cualquier cosa.

—no, no estoy cansada— murmuro.

Llevamos en la isla un poco más de una semana y no hemos hecho mucho. Zaid se tomó muy en serio eso de relajar y no hemos hecho más que mirar películas, comer y dormir. Incluso recorrimos un poco más la isla, pero ya hemos visto todo.

—ven, tengo una sorpresa.

Siento su mano en el centro de la espalda y mis piernas se mueven en dirección al todoterreno.

—¿A dónde vamos? — él no me dice nada, sin embargo, me ayuda a subir al vehículo y lo enciende— ¿Zaid?

—es una sorpresa— dice, por encima del ronroneo del motor— te prometo que te gustará.

Ni siquiera estoy segura de qué hora es, pero ya han pasado las once de la noche, estoy segura. Hemos cenado hace un buen rato y ninguno de los dos estaba haciendo nada, así que supongo que él solo quiere hacer tiempo y dormir tarde.

Las sorpresas de Zaid me ponen un poco nerviosa, especialmente, porque no sé qué esperar de él. Es la persona que más me confunde sobre la faz de la tierra. Todavía no tengo claro cuales son sus sentimientos por mí ni qué siento yo por él. Además, está el pequeño detalle de que el hombre es prácticamente el dueño de la ciudad... y una isla.

—¿Vas a decirme a dónde vamos? — pregunto, un poco impaciente.

Zaid niega y por unos cuantos minutos, no dice nada. Casi veinte minutos después, detiene el vehículo cerca de la playa, a la que ya hemos venido tres veces.

—descubrí una coincidencia bastante impresionante— dice. Él salta del vehículo y lo rodea— ¿Sabías que la estrella más brillante que se puede observar desde la tierra se llama Sirio?

—no, no lo sabía— él me ayuda a bajar y cuando mis pies tocan la arena, se aleja, para buscar algo en la parte de atrás del vehículo.

—bueno, la estrella más brillante se llama Sirio— repite— y hoy, se supone que es el día en el que más brilla.

—¿Cómo llegaste a esa conclusión?

—investigué un poco — dice, moviendo sus hombros de arriba a abajo— y, se supone que podremos verla, en algún momento de la madrugada.

—¿Entonces vamos a quedarnos aquí hasta la madrugada?

—pensé que podríamos acampar —dice, sacando lo que parece un bolso, que contiene varias mantas— y que podríamos ver las estrellas.

Asiento, sin decir nada.

La verdad es que el hombre y yo hemos firmado algún pacto de paz, desde hace días. Él no me molesta, ni provoca que me enoje y yo no hago nada para cabrearlo. Y no, no es amor. No está ni un poco cerca de ser amor. Simplemente nos toleramos, creo.

—me parece bien— le doy mi mejor intento de sonrisa y borro cualquier alarma de mi cerebro.

¿Qué puede pasar si tan solo me relajo una noche con él? ¿Se acabaría el mundo? ¿Explotaría la galaxia o nos invadirán los aliens?

Obediencia |+18| (borrador)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora