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—¡Acaso eres tonto! — una voz masculina y enojada me hace despertar de golpe— ¿Cómo se te ocurre traerla a tu casa?

—señor...

—¡Tiraste todo por la borda!

—¡Él la violó!

—no debías intervenir— vuelve a hablar la voz enojada— debías mantenerte al margen de todo, ¡Haz puesto nuestro trabajo en peligro!

Con un esfuerzo sobrehumano, abro mis ojos. Estoy en una habitación completamente desconocida, de paredes claras y muebles oscuros. De pronto, todo lo sucedido me golpea como un baldazo de agua fría. Escapé de Zaid. Ahmed me ayudó. ¿En dónde estoy?

Salgo de la cama, viendo que aún sigo vestida con la ropa con la que salí de la casa y suspiro. Eso debe ser una buena señal, significa que nadie me tocó. Solo me sacaron los zapatos.

Camino hacia la puerta y tomo una respiración profunda antes de abrirla. El pasillo es amplio y luminoso y luce como una casa. Nada que temer.

—¿Siria? — una voz femenina me hace girar un poco asustada y frente a mí, hay una chica de unos veintitantos, que me observa cautelosa.

—¿Quién eres tú?

—me llamo Angelina —dice— estás en un lugar seguro.

—¿Dónde está Ahmed? —murmuro.

La idea de que él me haya abandonado aquí me asusta. Nunca me sentí tan perdida como en este momento.

—él está en una reunión en este momento— ella me da una sonrisa cálida— ¿Quieres comer algo? Debes tener hambre, ven conmigo— ella señala el pasillo frente a nosotras— Ahmed te trajo anoche, ¿Recuerdas qué fue lo que pasó? — asiento lentamente.

—cuando Zaid me encuentre, él...

—no pasará— ella suena muy determinada.

—¿Cómo lo sabes? —pregunto— Zaid siempre me encontrará.

—esta vez es diferente, te lo prometo— ella me da una sonrisa cálida— ¿Te gusta la pasta? — le digo que sí, aunque con todos los nervios, no sé si podré comer.

—¿En dónde estamos?

Ella se mantiene callada por unos segundos.

—él... te explicará todo en un minuto— ella abre una puerta y frente a mí, hay una cocina— hay muchas cosas que no sabes, Siria.

—¿A qué te refieres?

—¡Arregla todo esto! — la misma voz masculina y enojada que me despertó, vuelve a escucharse. Retrocedo y por instinto, me quedo cerca de Angelina. No la conozco, no sé quién es, ni siquiera si me ayudará o me lastimará, pero es la única persona aquí.

De pronto, la puerta de la cocina se abre y un hombre de al menos cuarenta años, pasa por nuestro lado y, sin siquiera mirarnos, sigue de largo y detrás de él, aparece Ahmed.

—Siria...— él luce sorprendido de verme— ¿Por qué no me avisaste que despertó, Angelina?

—acaba de hacerlo— le responde la chica— vamos a comer algo, ¿Quieres unirte?

Ahmed no deja de mirarme. Yo tampoco dejo de mirarlo a él. Luce diferente; ya no parece el guardia de Zaid, parece... alguien distinto.

—¿Pudiste descansar? — me pregunta. Asiento lentamente— comamos algo y luego...

Obediencia |+18| (borrador)Where stories live. Discover now