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No paso mucho tiempo más dentro de la habitación. Cuando vuelvo a bajar las escaleras, noto que Zaid no está, por lo que debió haberse metido en la oficina que tiene aquí en la casa.

Yo me quedo con Shaytan mientras limpio el desorden que quedó por haber hecho las galletas y me sobresalto un poco cuando golpean la puerta de la entrada. Cuando me acerco, veo a Ahmed y Samed del otro lado, así que abro.

—¿Pasó algo?

—el señor nos pidió en su oficina— responde Samed.

—claro, pasen— me muevo, dejando que ambos entren a la casa y suban por las escaleras.

—gracias, señorita— Ahmed me sonríe un poco y Samed lo mira con el ceño fruncido, pero no dice nada. Solo me da un leve asentimiento.

Shaytan sale de la cocina y se acerca hasta la puerta, así que dejo que salga al patio. Supongo que tiene ganas de estar fuera o hacer sus necesidades. Además, si Zaid ve que el perro sigue dentro, seguro dirá algo, así que prefiero ahorrarme la discusión y dejar que el perro salga.

Ya segura de que todo en la cocina está ordenado, subo las escaleras, con la intención de buscar algún libro o algo para entretenerme. Bufo al recordar que todos los libros están en la oficina de Zaid y que él está reunido con los guardias ahora. Decido que es mejor quedarme en la habitación, al menos hasta que terminen, para conseguir un libro. Tal vez más adelante pueda pedirle a Zaid que me preste su portátil para ver alguna película o usar el televisor de la sala de estar.

No pasa mucho tiempo antes de que escuche las voces de los guardias atravesando el pasillo. Deduzco que se fueron, especialmente cuando siento pisadas por las escaleras. Espero unos minutos antes de pararme y acercarme a la puerta de la oficina.

—¿Zaid?

—pasa, Siria—cuando abro la puerta, lo veo sentado detrás del escritorio—¿Pasa algo?

Niego.

—¿Puedo agarrar un libro? —él asiente luego de unos segundos de quedarse mirándome. Siempre me observa y no logro entender qué trata de analizar en mi rostro. Sin querer pensar en eso, camino al estante con libros y repaso los títulos rápidamente antes de tomar uno. Don Quijote de la Mancha.

—Siria...—antes de que pueda salir, me habla.

—¿Qué ocurre?

—en dos días es la boda de tu amiga—me dice.

—¿Iremos?—intento no sonar ilusionada, pero fallo. También trato de no pensar en Claire, aunque realmente la extraño. Ella era realmente mi única amiga en el convento.

—si, pero tendremos que organizar la seguridad de otro modo. No puede repetirse lo del otro día.

—claro...—lo miro, esperando a que diga algo más.

—mañana iremos a conseguirte un vestido, entonces— él suspira— tendrá que ser por la mañana porque tengo algunas reuniones en la tarde.

—está bien— cuando salgo de su oficina, respiro profundamente y me quedo en la que fue mi habitación antes de casarme con Zaid, leyendo. La ventana me deja ver el parque y logro ver el cuarto donde duerme Shaytan y la construcción anexa donde se quedan los guardias que cuidan la casa.

¿Quién es el traidor? No puedo pensar en alguien, porque, tanto Ahmed como Samed están casi todo el día con nosotros y honestamente, ninguno parece realmente sospechoso. Tal vez son buenos mentirosos. Tampoco conozco a nadie más, los otros guardias suelen ser más distantes y tampoco nos siguen a todos lados como ellos. Tal vez el traidor ni siquiera está aquí, tal vez es alguien más lejano, que trabaja con el padre de Zaid o en la empresa, pero que no puede entrar a la oficina.

Obediencia |+18| (borrador)Where stories live. Discover now