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Ultimo capítulo, parte 1.

Siete días. Llevo siete días en la isla. Zaid no ha hablado conmigo más que para darme órdenes. Por las noches, él se mete en el cuarto cuando yo ya estoy dormida.

No puedo dejar de darle vueltas a las cosas. Leo, Zaid, mis padres, Enzo... ¿Estará vivo?

Mis opciones son limitadas. Muy limitadas. Quedarme con Zaid y resignarme - tal vez la idea más sensata- o pelear, pelear hasta caer.

—ven a comer—me he quedado toda la mañana repitiendo una y otra vez el vídeo del día en el que maté a su padre. No puedo dejar de ver a Leo viendo cómo tuve que defenderme y él... no hizo nada —dije que vinieras a comer.

—déjame en paz.

—¿Debo ir a buscarte? — la amenaza en su voz es clara y me levanto, dando zancadas hasta que llego a la cocina y veo a Zaid sentado, con dos platos de comida— come.

—no quiero comer.

—me importa una mierda lo que quieras o no— él se levanta y se acerca. Retrocedo— ponte a comer o haré que almuerces a la fuerza.

Hijo de puta.

—dije que no voy a comer, no me importa lo que tú quieras— antes de que él pueda decirme o hacer algo, salgo de la cocina y de la casa, corriendo. Soy rápida. He aprendido eso. Aprendí que tengo más habilidades de las que pensé que tendría en algún momento de mi vida pero... la desesperación lo da todo, incluso ideas estúpidas.

—¡Vuelve aquí!

No tengo un rumbo fijo. Ni siquiera hay un sendero que seguir en la isla, pero no me detengo. Paso por el acantilado, que está más cerca de la casa y llego hasta la playa. El risco está hacia el otro lado y hoy... no, hoy no quiero ir allí o corro el riesgo de que mi cerebro le ordene a mi cuerpo que salte. Estoy harta, quiero rendirme, quiero vencerme y olvidar todo, pero a la vez... no puedo. No puedo darle el gusto a Zaid. No puedo permitirme a mí misma caer ahora. He sobrevivido diecisiete años de esta vida y sé que puedo aguantar. Tengo que aguantar, encontrar la forma para salir de aquí e irme.

Cuando llego a la playa, me quito los zapatos y los arrojo con fuerza, soltando un grito. Odio esto. Odio no poder ser dueña de mi vida.

¿Por qué no fui obediente, eh? ¿Por qué cabreé a las madres? ¿Por qué Zaid me eligió? ¿Por qué no pude simplemente...?

Entonces, me río. Me río, histérica y en un estado de colapso absoluto, me dejo caer en la arena, con cientos de recuerdos golpeando mi cabeza con fuerza.

—Nada es lo que parece, Siria y debes tener algo muy en claro: "La obediencia puede llevarte al placer más profundo o al castigo más salvaje".

—tienes que dejar de jugar, tienes que ser una mujer. Te convertirás en la esposa de un hombre importante...

—sé feliz, Siria. Sé libre.

—¡Siria, ven aquí!

—déjame en paz— agarro uno de los zapatos y se lo arrojo a Zaid. Él lo esquiva. Detrás suyo, están Samed y otro guardia, parados con los brazos cruzados, esperando sus órdenes— ¡Todos ustedes son una mierda!

—estás histérica.

—tú, pedazo de hijo de puta— me acerco a Zaid y toda la bronca, la angustia y el enojo se transforman en ira— ¡Tú eres el peor! — lo golpeo en el pecho con los puños cerrados y aunque a él no parece hacerle daño, yo logro sacar toda la porquería de mi sistema— ¡Ustedes también! Permiten esto, le son leales a un violador— escupo, en dirección a Samed y Jamil— ¡Ojalá nunca tengan que vivir en un mundo que no los deje ser quienes son! ¡Son una mierda!

Obediencia |+18| (borrador)Where stories live. Discover now