2. Conociendo a las princesas

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El príncipe estaba exhausto después de una semana de viaje de Aumesbery a Falicia en caballo. La nuca le dolía fuertemente pero no dijo nada. Al llegar al castillo vió que era el doble de grande que el suyo, aunque más sombrío. Incluso se podría decir que daba algo de miedo. Él y sus soldados desmontaron la carga y luego un señor malhumorado les abrió la puerta.

-Los reyes lo esperan en el salón dorado a su izquierda, si necesita algo no dude en buscarme, estoy en la entrada.- dijo aquel señor y se fue.

El príncipe quería dar una buena impresión a los reyes, después de todo sus padres lo habían convencido de casarse porque así heredaría ambas fortunas y sería probablemente el rey más poderoso entre todos los demás.

Cuando entró observó que el salón era realmente grande, más de lo que esperaba. Los reyes estaban sentados en sus tronos. La reina al verlo inmediatamente se levantó y sonrió.

-Oh, príncipe Enrique un gusto conocerlo.-Dijo abrazándolo.

El príncipe estaba sorprendido, se supone que ella extendería su mano y el la besaría. Pero la reina parecía ser una persona muy amigable, no como su madre con su semblante siempre serio.

-El gusto es mío, su Alteza.-Respondió el príncipe.

-Muy pronto llegarán las princesas.-dijo la reina.

En eso las puertas se abren y tres jóvenes princesas muy parecidas se acercan caminando elegantemente.

-Ellas son las princesas Rebecca, Ginna y Aimeé. Son trillizas.

-Un honor conocerlo.-dijeron haciendo una reverencia.

-El honor es mío.

 El príncipe no podía dejar de observarlas, eran hermosas y en efecto trillizas. Rebecca tenía el cabello rojizo, Ginna negro y Aimeé rubio. Las tres sonreían amistosamente. Y pensar que tenía que escoger a una de las tres para casarse.

-Aún faltan dos princesas.-dijo la reina.

-¿No eran solo ellas?-preguntó Enrique sorprendido.

-Tengo cinco hijas, cinco princesas. Pero usted solo se casará con una de estas tres porque ya están en edad de casarse.

El príncipe supuso que las princesas faltantes eran solo unas niñas. Pero en eso entró otra chica de cabello castaño y traje verde.

-Ella es la princesa Anastacia. Tiene dieciséis años.
La chica hizo una pequeña reverencia, mientras lo miraba molesta.

¿Ahora yo qué hice?- se preguntó mentalmente Enrique.

Las puertas se volvieron a abrir  y una chica de cabello naranja entró corriendo con un traje rosado sucio y lleno de lodo, pareció enredarse con sus propios pies y cayó encima del príncipe. Las demás solo la miraban aterrorizadas. La chica se levantó como pudo y dijo:

-Disculpen todos la tardanza. Soy la princesa Nina. –dijo extendiendo su mano hacia el príncipe.

El príncipe  esbozó una sonrisa y sus ojos brillaron.

1 Príncipe, 5 Princesas. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora