1 Príncipe, 5 Princesas. [Editando]

3. El retrato de Lucía

Enrique ya estaba en su habitación con sus pertenencias cuando tocaron la puerta. Era Philip, el señor malhumorado de hace un rato que al parecer era el encargado de los criados y también un hombre de suma confianza para los reyes. Le dijo que le mostraría el castillo para que lo conociera. Cuando iban bajando por las escaleras principales se encontraron con Rebecca que le sonrió coquetamente al príncipe.

-No se distraiga.-dijo Philip-Ya tendrá tiempo para conocer a las princesas después.

Doblaron por un pasillo a la izquierda que estaba lleno de pinturas y retratos de los reyes y sus hijas. Enrique se detuvo en uno.-¿Quién es ella?

-Ella era la princesa Lucía, primogénita de los reyes. Murió hace algunos años.-dijo Philip.

-Era realmente muy hermosa.¿Hace cuantos años murió?-preguntó Enrique.

-Hace 14 años ¿Por qué lo pregunta?

-Curiosidad ¿Cómo murió?

-Eso ya no importa. Sígame aún falta mucho del castillo por conocer.-dijo Philip algo nervioso.

-Ella es exactamente igual a Nina.-Pensó Enrique.

Siguieron recorriendo muchos pasillos y Philip iba contando historias y pronunciando muchas fechas y lugares pero Enrique aún seguía pensando en el cuadro de el primer pasillo y en lo mucho que la fallecida princesa Lucía se parecía a la princesa Nina. Cuando menos se dió cuenta habían llegado a la biblioteca, en eso Nina iba saliendo de uno de los tantos pasillos que tenía la biblioteca.-¿Qué haces aquí?-dijo Philip.

-Estaba buscando un libro para mi padre.-respondió Nina.

-Eres muy mala mintiendo y lo sabes, ahora regresa con tus hermanas que están en el comedor.-sugirió  Philip.

Nina miró a Enrique y sonrió dulcemente, incluso pareció sonrojarse un poco cuando notó que él también la estaba mirando. Le hizo caso a Philip y salió de la biblioteca. Al día siguiente Enrique comenzaría a conocer a las princesas mejor para casarse con una de ellas. Pero de pronto no supo si debía casarse o no. Primero quería descubrir que secreto existía en ese lugar, porque era obvio que lo había, pero aún no  sabía muy bien por dónde empezar.