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Como era costumbre ya después de ir por un helado al terminar sus horas de clase, Seokjin se encaminaba hacia su hogar con Taehyung a su lado.

Todo un mes había transcurrido desde que había visto a cierto riquillo-engreído-roba-besos. Y, ciertamente, agradecía el hecho de que este lo haya dejado en paz de una vez por todas.

O al menos eso era lo que Seokjin se repetía a sí mismo después de bufar molesto por tener que mandar a las profundidades de su mente el absurdo e insistente recuerdo del arrogante chico.

--Jin. -llamó con voz suave y calmada Taehyung cuando escuchó el gruñido que escapó de su hermano --¿Estás bien?

--Claro que sí. -su respuesta fue casi inmediata. Plasmando su mejor sonrisa en sus voluminosos labios para intentar borrar la preocupación pintada en las infantiles facciones de su hermano menor.

Siempre tan dulce y tan sensible.

--En serio, estoy bien. -insistió el castaño mayor, dedicándole esta vez una sonrisa más sincera y cálida. Llevó su diestra hasta los sedosos cabellos de Taehyung cuando este le devolvió la sonrisa --Hay que apresurarnos para no ser regañados. Vamos.

***

--Ya llegamos. -avisó Seokjin, elevando la voz para que su madre lo escuchara aún si estaba en el segundo piso como ya se estaba haciendo habitual en ella.
Él en verdad no quería darle demasiada importancia al hecho de que la mujer pasara tanto tiempo encerrada en su recámara y ensimismada; siendo que, desde que tiene memoria, esta ha mostrado una actitud fuerte y determinada, siempre alrededor suyo y de su hermano, enseñándoles cómo comportarse y reprendiéndoles cuando se equivocaban u olvidaban alguna de sus enseñanzas.

¡Dios! Si hasta empezaba a anhelar que lo atosigara con sus reclamos y amenazas de un castigo.

Definitivamente esperaba que ese nuevo comportamiento no fuera más que algo pasajero. Él ya había notado una que otra vez a Taehyung cabizbajo, intentando contener las lágrimas debido a las constantes discusiones por teléfono que mantenían los dos mayores, y más tarde, en la noche, cuando ya todos estaban acostados, el llanto silencioso de la mujer.

La voz de su madre resonó desde la planta superior, indicándole a ambos donceles que ese día no sería la excepción a los anteriores, pero una masculina -y para nada desconocida- voz llegó a sus oídos, provocando que se miraran con asombro al descubrir que esta vez la discusión no era llevada a cabo a través de un teléfono.

--¿Es... papá? -cuestionó dubitativo el menor de los dos, sintiéndose repentinamente ansioso cuando una maldición entonada con brusquedad resonó en toda la casa, logrando alterlo un poco más.

--Eso creo..., ¿por qué no vemos qué hay de comer? -sugirió el mayor, encaminándose hacia la cocina en un intento de distraer a su hermano. Los gritos convirtiéndose en apenas unos murmullos a medida que se alejaban.

Una sensación de extremo pesar se instaló en el pecho de Seokjin, para quien escuchar las acaloradas discusiones de su madre y el padre de Taehyung eran noticias de ayer. Sin embargo, saber que esta vez estaban cara a cara no hizo más que acrecentar una cruda realidad que él ya sopesaba.

Para cuando la pareja Kim bajó al primer nivel, los jóvenes donceles habían terminado toda su comida.

El apuesto doncel observó con ojos cautelosos a los dos mayores, quienes no podían disimular la tensión entre ellos.

--Niños, no los sentí llegar. -había dicho la señora Kim, mintiendo de manera descarada puesto que ambos habían escuchado claramente las palabras de Jin anunciando su llegada, pero estaban demasiado enfrascados en sus propios problemas y diferencias matrimoniales como para simular en aquel momento que todo estaba bien.

Los ojos de Seokjin viajaron desde su madre hasta el hombre que estaba unos pasos por delante.

Le pareció ridículo que intentarán fingir que no habían estado discutiendo tan solo un rato atrás.

Como si se hubieran molestado en moderar su tono de voz para no ser escuchados.

--Taehyung. -llamó el hombre mayor, acercándose hasta el nombrado para darle un abrazo a modo de saludo. Sin embargo, este carecía de calidez pero no es como si Taehyung no estuviera acostumbrado a ello. Su padre nunca había sido alguien efusivo o que demostrara sus afectos.

O ¿quizás era que en realidad no había nada que demostrar? De todos modos, no era una pregunta que circulara en los pensamientos del doncel menor, para quien las muestras de afecto solían venir de su hermano mayor y de su madre.

Luego de saludar también a Seokjin de la misma forma que a Taehyung, los adultos ocuparon sus asientos en la mesa, por lo que los dos jóvenes no tuvieron más opción que quedarse en sus lugares.

--¿Cómo va la escuela? -cuestionó el padre del menor tras notar el silencio sepulcral instalado en el lugar.

--Va bien. -entonó sin premura Seokjin. Incómodo con el tenso ambiente. No le gustaba tener que fingir que nada pasaba. Como si jugar a la familia unida y feliz fuera a solucionar algo.

Por favor, si hasta ya había un letrero con letras fluorescentes en la frente de los mayores que decía "DIVORCIO".

Incluso ya se había estado preparando mentalmente para ello. Su mayor preocupación era su hermano y que este era demasiado pequeño aún para enfrentarse a todo el embrollo que un divorcio traería y, más aún, a una verdad que le había sido oculta por diez años.

Dejando escapar un suspiro de pesadez cuando la conversación acerca de la escuela empezó a fluir, el doncel mayor se cuestionó cuánto tiempo más transcurría antes de que todo se fuera al carajo.

***

Namjoon se encontraba en su habitación, recostado en su cama y con un libro en mano cuando su madre entró, dedicándole una sonrisa.

--Hijo. -dijo a modo de saludo, acercándose hasta la cama y depositando un beso en la frente del alto, quien nada más verla entrar, había soltado el libro, reincorporándose hasta quedar sentado sobre la cama.

--¿Ya se van? -cuestionó, devolviendo la sonrisa a su progenitora.

--Sí. Por favor, recuerda portarte bien y nada de escaparse por allí después de la escuela. -su tono de reproche no logró opacar la mirada llena de cariño y amor maternal.

--¿Acaso no me he estado portando bien todos estos días? -cuestionó hábilmente, sabiendo que su madre no podría refutar ese hecho. Después de todo, era cierto. No en vano se había pasado el último mes portándose como todo un chico obediente.

--Sí, y eso es lo que me asusta. -agregó con tono jocoso la dama, sospechando justamente de ese buen comportamiento.

--Seré un buen chico durante su ausencia, lo prometo. -aseguró con una sonrisa de labios cerrados. Recibiendo otro beso justo en su mejilla.

La señora Kim observó con orgullo a su único hijo, dispuesta a irse para reunirse con su esposo.

--Y Nam... -retomó la palabra cuando estuvo en la puerta --Nada de organizar fiestas alocadas en la casa.

--Madre, le quitas lo divertido al asunto.

La mujer rió con ganas, negando con la cabeza antes de girar la cerradura para salir, cerrando luego tras de sí.

Namjoon se dejó caer sobre el colchón, aún con una sonrisa pintada en sus labios. Si bien su madre había dejado claro que nada de fiestas locas, siempre podría invitar a Yoongi y Hoseok para hacer una pequeña y muy privada. Sabía que sus padres no se molestarían por eso.

Además, que no pudiera hacer fiestas en su casa, no significaba que no podría asistir a ellas.

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《Akina》

Mi Terco Doncel 《NamJin》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora