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Namjoon avanzaba a pasos perezosos en dirección a la casa de seokjin. Más de una semana había transcurrido desde la última vez que vió al castaño y, aunque intentó convencerse de que lo mejor era dejar las cosas tal como estaban, por alguna razón cierta parte de él se resistía a cortar por lo sano.

Es decir, ¿Acaso no era él mismo consciente de que lo suyo con Seokjin tenía los días contados?

En definitiva, el castaño solo apresuró lo inevitable, colocando un punto final poco antes de lo previsto.

Entonces, ¿Por qué diablos no pasaba página y se olvidaba del asunto? Sería lo mas fácil y sensato considerando su posición en aquello.

Pero es que, sinceramente, Namjoon no sería capaz de explicarse ni siquiera así mismo qué era aquello que lo impulsaba a ir en busca del castaño; pero allí estaba él, a unos escasos metros de distancia de la vivienda del doncel mientras su mente no paraba de maquinar posibles argumentos que eviten que el arisco chico lo mande al diablo.

--Vamos, Seokjin. -murmuró después de tocar el timbre, pisoteando el suelo con su pie en muestra de impaciencia cuando los segundos de espera se transformaron en minutos. Intentó otra vez pero el resultado fue el mismo.

Frustrado, se disponía a golpear la puerta con su puño todas las veces que fueran necesarias hasta que se abriera.

--¿Qué haces aquí? -escuchó la familiar voz de Jin preguntarle a su espalda, por lo que se apresuró a girarse a la vez que este -con una bolsa de supermercado en su mano- avanzaba varios pasos al frente hasta que estuvieron cara a cara.

--Vine a verte. -explicó con calma y una leve sonrisa en sus labios. La expresión de Seokjin no varió ni un ápice, solo se dedicó a observarlo unos instantes antes de dejar escapar un "ah'" que al más alto se le antojó de lo más insípido --Como no volviste por la heladería...

--Tenía exámenes finales. -argumentó sin más antes de sacar con su mano libre un juego de llaves de su bolsillo, ignorando completamente al otro tras pasar por su lado para ir a abrir la puerta.

Namjoon no pudo más que fruncir su ceño ante la indiferencia con la cual estaba siendo tratado, no es que esperara un afectuoso recibimiento ni mucho menos, pero tampoco esperaba tal frialdad departe del bonito doncel.

--Bueno... -intentó nuevamente al notar las claras intenciones del castaño de dar por terminada la conversación --...Supongo que estuviste muy ajetreado y todo eso. -se rascó la nuca nervioso de repente debido a la falta de expresividad en la fas contraria --Te graduaste hace unos días, ¿no? -continuó, pellizcándose el puente de la nariz cuando su mente captó lo absurda que había sido esa pregunta, después de todo, estaban en febrero y todas las graduaciones ya habían sido efectuadas.

--Escucha, Namjoon. -tomó Jin la palabra al fin para alivio del nombrado, quien se apresuró en fijar sus orbes sobre un Seokjin que lo miraba severo --No tengo tiempo para tonterías, así que si solo viniste a eso...adiós.

--Espera. -exclamó, lanzándose hacia el frente para impedir con su diestra que la puerta le fuera cerrada en la cara --Me gustaría hablar contigo. Sólo dame unos minutos, por favor.

Si bien Seokjin estaba tentado a ignorar el pedido hecho, terminó suspirando resignado ante la mirada suplicante del chico de los coquetos hoyuelos.

Maldito Namjoon y su mirada de cachorro abandonado.

Colocó sobre las blancas baldosas, -a un costado de la puerta- lo comprado antes de salir, cerrarando con sigilo ya que no quería alertar a su madre que estaba de vuelta.

Le indicó a Namjoon con un gesto de mano que lo siguiera, deteniéndose varias casas más allá de la suya.

En realidad ya se estaba reprendiendo por haber cedido ante la petición del alto. Con lo que se había esforzado para mantenerse alejado de él.

Mi Terco Doncel 《NamJin》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora