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Seokjin sabía que esa noche estaba cometiendo muchas imprudencias, su conciencia no paraba de repetírselo, así como él no se cansaba de ignorarla.

Tres tragos más tarde y toda inhibición parecía haber abandonado el cuerpo del castaño, haciéndolo hablar sin parar.

--Hasta donde sé estás soltero. -había dicho Namjoon en respuesta a uno de los comentarios aleatorios dichos por el momentáneamente parlanchín chico.

--Estoy soltero pero nunca solo. -barbucea este --No tienes idea de cuántos chicos mueren por mí. Soy irresistible.

--Lo eres. -admitió Nam con simpleza, inflando tan solo un poquito más el ego del contrario.

--Por supuesto que lo soy. -recalcó, sin ningún tipo de vergüenza o pudor ante su falta de modestia. Riendo luego de manera escandalosa y llamado un poco -o quizás mucho- la atención.

--Suficientes tragos por hoy. -Namjoon se acercó hasta el apuesto castaño, intentando -con poco éxito- quitarle el vaso medio vacío de las manos. Casi tuvo ganas de carcajearse allí mismo de lo tontamente gracioso de la escena que ambos estaban protaganizando.

Como último recurso, optó por depositar un casto beso en los bonitos y llamativos labios, dejando a Seokjin lo suficientemente desconcertado como para dejar que su preciado trago le fuera arrebatado.

--¿Me acabas de robar un beso? -entonó ms sorprendido que indignado pese a que la intención era parecer lo segundo --¡Eres un roba besos descarado! ¿Sabías que fuiste quien me dió mi primer beso? Ah~ Devuélvemelo, no tenías derecho a robártelo. -se removió inquieto, intentando ponerse en pie y fallando de manera miserable --¿Por qué todo da vueltas? -comenzó a quejarse con voz estropajosa, optando por recostarse unos instantes sobre la barra.

--Vamos, es hora de llevarte a casa.

--¿A la tuya o a la mía? -rió mientras era levantado de su asiento con sumo cuidado por el más alto, quien ejerció su agarre firme pero delicado alrededor de la fina cintura adversa, procurando sostenerlo bien --¿Por qué hueles así de bien? -olisqueó sin pudor el cuello ajeno, generando una reacción natural en el ahora universitario.

"Recuerda, Namjoon. Está ebrio. Solo Ignoralo y llévalo a su casa". -se repetía a modo de mantra mientras llevaba al bonito doncel hasta el coche que su padre muy generosamente le había prestado esa noche, colocando su diestra en la sedosa cabellera castaña para evitar que este se golpeara la cabeza al ingresar al interior.

Una vez los cinturones de seguridad fueron colocados, el auto fue puesto en marcha en un arrullador silencio que fue roto por las repentinas quejas del castaño, quien Namjoon había creído dormido

--Eres un imbéciles por abandonarme. -balbuceó --¿Quién abandona a alguien tan apuesto? Y justo cuando yo...

Namjoon exhala con pesar el aire de sus pulmones, sintiéndose contrariado por el tono de voz melancólico que impregna esas palabras.

--Jin, lo siento. -se disculpa, su vista fija en la carretera --Jamás pensé que mi partida te afectaría realmente. Dios, yo... -calla al no encontrar palabras para justificarse.

Muy en el fondo siempre fue consciente de que, pese a la terquedad y el temperamento de Seokjin, existía esa mínima posibilidad de que este saliera lastimado.

¿Acaso no había padecido él mismo una especie de desamor? O bueno, lo más parecido a esto. Y eso, que él era quien tenía la ventaja allí. Después de todo, siempre supo que se marcharía, por lo que al llegar el momento todo fue más manejable.

En cambio, Seokjin tuvo que lidear con la mayor parte de las consecuencias de su actuar egoísta y caprichoso. Primero, viéndose asediado por su avasallante personalidad que no era capaz de aceptar un no por respuesta, imponiéndole su cercanía y luego simplemente privándole de ella. Por último, sometiéndolo a un nuevo acercamiento.

Mi Terco Doncel 《NamJin》Where stories live. Discover now