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Seokjin soltó un resoplido de frustración, pasaban de las diez de la noche. Hace más de una hora que se había ido a la cama con la intención de aprovechar las pocas horas restantes que tenía antes de la media noche -que era cuando los sollozos y lamentos provenientes de la recámara de su madre iniciaban... por lo general, todo dependía de qué tan alterada despertase.

Por más que cerraba los ojos, el sueño simplemente no llegaba. Y vaya que él quería dormir un poco.

En verdad lo deseaba.

Esperaba que, quizás así, el ruido constante en su cabeza se apagara por un buen rato, pausando aquellos pensamientos que no hacían más que aterrarlo y producirle estrés; pero,  sobre todo, necesitaba que todas aquellas emociones que le producían ansiedad, desaparecieran de una vez por todas...especialmente las nuevas.

Sentía que eran muchas cosas juntas y él, aunque no quisiera admitirlo, empezaba a sentirse sobrepasado.

El sonido de unos golpes en la planta baja lo pusieron en alerta al instante. La idea de que fuese un ladrón se cruzó por su cabeza pero, lo descarto rápidamente.

¿Qué clase de ladrón inepto se aventuraría a entrar a una casa cuando los dueños estaban presentes y más a esa hora, que era poco probable que estuvieran dormidos? y en caso de no estarlo, ¿A caso eran tan tontos para esperar que no se despertaran con el ruido que hacían?

No, definitivamente no podían ser ladrones.

--No lo son, es imposible. Este vecindario es decente...es muy poco probable...

Seokjin caminó a paso vacilante hacia la puerta de su habitación. Si bien no había parado de repetir en voz alta la improbabilidad de tan desdichada situación, lo cierto era que estaba hecho un manojo de nervios.

Luchó contra el impulso de hacerse un ovillo en la cama y fingir que no escuchaba nada --Vamos, Jin. No seas cobarde.

El tétrico chirrido que realizó su puerta cuando la abrió lentamente, le puso los pelos de punta.

"Dios, soy demasiado joven y bello para morir. Por favor,..."

Los golpes secos y cada vez más frenéticos acompañados de una voz amortiguada de fondo le hicieron fruncir el ceño, recién notando que el ruido no estaba dentro de la casa, sinó que provenía de afuera.

Con cierta cautela, bajó al primer nivel donde se dispuso a observar por la mirilla para dar con la identidad de quien sea que estuviese del otro lado. Para su sorpresa, se trataba de Namjoon, quien lucía bastante agitado y contrariado.

El revoloteo en su corazón fue inmediato y la voz del contrario repitendo de forma incansable su nombre lo apremiaban a abrir de una vez por todas.

Observó sus fachas. Aún llevaba puesta la ropa de ese día ya que le parecía poco práctico cambiársela por su pijama cuando sabía de sobra que pasaría la noche en vela. De no ser por lo arrugada que estaba su polera, estaría medianamente presentable.

Tuvo el impulso de volver arriba y cambiarse, pero desistió ante la probabilidad de que su madre terminara despertándose por los toques...o que Namjoon se cansara y terminara marchándose.

Su mano se cerró sobre la cerradura, girándola de sopetón y tirando de la puerta para abrirla, topándose entonces con el rostro contrariado del mas alto que se había quedado con el puño en el aire, apunto de tocar nuevamente.

Ambos se miraron con intensidad, como si no se hubieran visto en mucho tiempo.

--Tienes que venir con nosotros. -sentenció de golpe, con su mirada fija en las bonitas facciones contrarias que permanecieron serenas.

Mi Terco Doncel 《NamJin》Where stories live. Discover now