22

3.1K 549 236
                                    

Namjoon gruñó mientras se estiraba de manera perezosa sobre la misma cama que desde hace dos años no ocupaba.

Se incorporó hasta quedar sentado, notando de inmediato lo relajado que se sentía ese día.

Y, sinceramente, no sabía si era debido al hecho de que su cuerpo reconocía la familiaridad de su antigua habitación, o quizás era que se había pasado la noche soñando que degustaba a conciencia unos hermosos, rojos y extremamente dulces labios.

Esperen, eso no fue solo un sueño.

Su teléfono timbró desde alguna parte de su habitación, pero no le prestó la menor atención. Estaba demasiado sumergido en el recuerdo de lo sucedido la noche anterior.

Las intensas y maravillosas sensaciones que le produjo fundir su cuerpo con el de Seokjin había sido simplemente algo fuera de este mundo.

Ciertamente, a pesar de solo contar con veinte años, poseía una considerable lista de amantes que iba desde vírgenes hasta personas incluso con mayor experiencia que él. Realmente no le suponía mucha diferencia que tan versados fueran quienes se llevaba a la cama.

Si eran inexpertos, él no tenía problema alguno en instruirlos en las delicias de los placeres carnales; y si, por el contrario, contaban con tanta o más experiencia que él, con todo gusto estaba dispuesto a compartir y adquirir destrezas amatorias.

Oh, sí. Había experimentado el placer sexual sin remordimiento alguno.

Sin embargo, esta vez era diferente puesto que no se trataba de un simple revolcón sin compromisos como los anteriores.

Esta vez se trataba de Seokjin, aquel mismo castaño que había acaparado su atención una tarde cualquiera en la que decidió cambiar de ruta de escape. Yendo a parar hasta una pintorezca heladería en la cual nunca antes había reparado.

Se había cuestionado más de una vez si conocer a Jin había sido cosa del destino. No obstante, jamás se molestó en buscar una respuesta, después de todo, consideraba que él era el único capaz de forjar su camino. Eso quedó comprobado hace dos años cuando decidió irse de Corea y cumplir con su programa de vida.

"Las acciones del hoy eran las que determinarían el resultado del mañana".

Y, sí, durante todo ese tiempo había extrañado como un loco al arisco chico muy a pesar de que optó por seguir su vida tal cual era antes de conocerlo.

Ahora, tras haberle hecho el amor, cae en cuanta de que no tardó ni cinco minutos en perder nuevamente la cabeza por Seokjin, mandando al diablo todo aquel esfuerzo de antaño por evitar complicaciones innecesarias.

Es entonces cuando surge con mayor ímpetu la duda de si realmente existe el destino. De ser así, ¿Era acaso el suyo oscilar entorno al apuesto doncel?

Su celular volvió a timbrar por lo que decidió levantarse para averiguar quién llamaba con tanta insistencia.

Una vez con su teléfono en mano, descubrió unas cinco llamadas perdidas de Hoseok, así como también una docena de mensajes que no se molestó en leer; disponiéndose en cambio a devolver la llamada.

"¿Dónde diablos estuviste anoche?" -
la voz de el normalmente alegre y relajado chico se escuchaba demasiado seria y exigente.

--Buenos días para ti también, Hobi.

"Déjate de estupideces, Nam. ¿Dónde estuviste?" -insiste en saber.

--Estuve por ahí. -responde de manera escueta, poco dispuesto a darle detalles de lo sucedido.

Mi Terco Doncel 《NamJin》Where stories live. Discover now