Capitulo 10: Alta Mar

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Nathaniel Archer

Mirando el mar, sintiendo el viento sacudir mi rostro, terminaba la taza de té que tenía en mis manos sin saber cómo manejar lo que acababa de hacer. Antes de irse, uno de mis empleados se acercó.

— Ya está todo como lo ha pedido señor.

— Bien...

— Señor, ¿podría saber cuál es su destino? Es por su hermana pregunta.

— Yo hablaré con ella.

— Como desee señor

— Y ella, ¿cómo está?

— La he dejado en el camarote que me ha ordenado. Le he colocado solo unas esposas. Está sedada pero pronto va a despertar.

— De acuerdo, ya se puede ir.

Hacía mucho tiempo que no navegaba. De hecho casi olvidaba cómo se hacía y más el enorme buque en el que estábamos. Pero solo seríamos ella, y yo. Al menos hasta que encontrara la forma de salvarla. Sabía cuál sería su reacción, me odiaría más de lo que ya quizá hacía. Era hora de enfrentarme a lo que tanto le estaba huyendo. Por horas puse rumbo a la nada estar rodeados sólo de agua. La tranquilidad era inmensa, se sentía tan bien que podría quedarme toda la vida en aquel lugar. Los gritos no se hicieron esperar. Catalaia había despertado y me tocaba enfrentar la primera batalla. Fui hasta su camarote y al verme entrar se quedó perpleja para luego gritar.

— Tu..., ¡Que me has hecho! ¡Porque me tienes esposada! ¡Suéltame o haré que te refundan en la cárcel! Me has secuestrando idiota, ¿Sabes lo que eso significa? ¡Es un delito!

— Debes calmarte

— ¡Que te den! ¡Te odio! No voy a volver a pasar por lo mismo, no voy a vivir atada a ti ni a nadie. ¡Regrésame a mi casa! Estás loco, estás enfermo. ¡Joder que me sueltes!

Cada palabra que decía, me dolía mucho..., bastante a decir verdad. Pero solo me mantenía en silencio y continuaba mirándola. Me insultaba pero estaba a salvo qué es lo que importaba. Le quite las esposas y rápidamente salió corriendo del camarote y saliendo detrás de ella vi como ella reaccionó al ver que estábamos en medio de la nada.

— ¿Dónde estamos? ¡Qué has hecho!

— Estamos en uno de mis yates, elegí el más grande para que puedas tener más espacio. Estamos en algún lugar del atlántico, donde estarás a salvo.

Comenzó a golpearme desesperada entrando en un ataque de ira y ansiedad. Entre lágrimas comenzó a exigirme que la devolviera a Londres pero no podía hacerlo, no después de todo lo que había pasado.

— ¡Eres la última persona sobre la faz de la tierra a la que quiero ver! No puedes tenerme retenida aquí, no quiero estar contigo, ¡no quiero verte no quiero sentirte cerca!

Asentí con la cabeza

— Raramente podrás verme aquí, este yate tiene capacidad para cien personas. Solo somos dos en el, tendrás toda la soledad que necesites.

Sentándose frustrada en una banca respondió.

— Tu nunca serás alguien normal. Pensé que eso cambiaría, creí que podría serlo pero no lo eres. ¿Acaso no te das cuenta que solo me jodes la vida? Solo me lastimas una y otra vez y tu..., tu sigues haciéndolo. Me compras, me dejas y ahora me secuestras. Tienes toda la razón del mundo al decir que no eres normal, no lo eres Nathaniel. Y no tienes idea cuánto me arrepiento de haberte conocido, de haberte dejado entrar en mi vida. Estás enfermo, das miedo.

Nunca nadie me había hecho sentir como una mierda con tanta facilidad después de mi padre. Apreté los dientes y reteniendo todo el dolor materializado en lágrimas respondí evasivo.

Después de Tí Où les histoires vivent. Découvrez maintenant