Capitulo 16: Nunca vestida de blanco

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Nathaniel Archer

Con el pasar de los días, comenzaba a sentir que la perdía. Perdía su inocencia, su dulzura, esa sonrisa genuina con la que la había conocido. Ahora la mayoría del tiempo tenía su rostro apagado y lleno de odio y dolor. Cada día que pasaba, era como si una parte de ella se fuera perdiendo. Ya ni siquiera se emocionaba por bailar, o por seguir produciendo sus musicales. Eso sin contar el que se comenzaba a obsesionar con joder de alguna manera a Odette. No la culpaba, pero ella aún no comprendía el peligro que corría enfrentándose a una mujer como ella. Odette no tenía respeto por la vida, ni por los demás y con Catalaia solo estaba divirtiéndose antes de acabarla y eso, ella no lo acababa de entender.

— ¿No piensas ir al teatro hoy?

— No — Respondió con frialdad

— Catalaia, al menos come algo. Llevas días así.

Apretando los dientes, miró el plato y era más que evidente que lo que le había dicho Odette la había deprimido. Buscando animarla, comenté.

— ¿Has ido a Australia?

Su rostro de serio, cambió a curioso.

— Nunca he ido.

— Tengo que hacer unas cuantas cosas en la sucursal de una de mis empresas en tres días. Pensé que sería una buena idea que me acompañaras.

— ¿De verdad quieres que vaya contigo?

— ¿Por que no quisiera que fueras?

— Es un viaje de negocios, por trabajo.

Curvando la comisura negué con la cabeza.

— Solo dos días. Estaré libre cinco días para ti y lo que desees hacer en Sídney.

Había logrado sacarle una sonrisa del rostro. Su humor había mejorado un poco y creo que era el mejor momento para que conociera a las nuevas personas que la cuidaran de Odette.

— Tengo que presentarte a unas personas.

Haciéndolos pasar al comedor, los presente.

— Ella es Alana y él es Edrick. Ambos serán tus guardaespaldas las 24 horas del día excepto cuando estés conmigo.

Los miro algo indignada y luego mirándome a mí respondió.

— ¿No crees que dos es algo exagerado?

— Cata, amor..., ¿Por que siempre tienes que llevarle la contraria a las cosas? ¿Podrías complacerme en esto? Es por tu seguridad.

Sin estar muy contenta  con la idea, cruzando los brazos acepto pero como toda una cría, haciendo berrinches. Los guardaespaldas se retiraron y al quedar a solas, me acerque a ella y sabía que los guardaespaldas no eran el problema. Besando sus labios suavemente pregunte.

— ¿Cata, que tienes? Ese mal humor, no es normal.

— No estoy de mal humor.

— Si lo estás.

Sabía lo que tenía, más bien casi podía adivinarlo. Una de las cosas que me fascinaban de ella era el color ruborizado que tomaban sus mejillas cuando se enojaba. Más sin embargo, últimamente estaba algo sensible por todo, literalmente por todo.

— Quiero ir a dormir

— No irás a ninguna parte.

— Debes tener mucho trabajo, no quiero importunar en tus cosas.

— Estas enojada..., te ves sexy enojada.

— No estoy enojada, solo estoy cansada.

Intentó irse pero la detuve por el brazo colocándola lo suficientemente cerca de mí, como para poder sentir su respiración en mi rostro y sus latidos a mil por segundo.

Después de Tí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora