Capitulo 14: Persiguiendo el paraiso

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Nathaniel Archer

Llevamos un mes en alta mar. Aunque era maravilloso, comenzaba a contemplar la idea de regresar a Londres. No podíamos escondernos toda la vida y en algún momento tendríamos que regresar. Además de que Catalaia comenzaba a notarse un poco enferma y pálida. Temía de que enfermara y no recibiera el tratamiento adecuado. Apenas comía, y lo poco que comía lo devolvía. Lo único que no se le afectó fue el insaciable apetito de sexo que tenía esa mujer. Quería tener sexo prácticamente a todas y eso, no voy a negar que me gustaba pero el sexo para mi era más tensión que placer cuando se trataba de ella. Con Odette, recuerdo que el sexo era muy distinto. No me importaba lastimarla al igual que a ella no le interesaba lastimarme. Era solo eso, sexo y hasta cierto masoquismo mutuo. Con ella hice cosas que aunque me dieron un placer intenso, jamás sería capaz de hacerlas con Catalaia. Odette era una relación nociva y masoquista en cambio, Catalaia para mi lo es todo. Quería que fuera mi mujer, quería que fuera mi familia, la amaba tanto que jamás la expondría a dañarla de la forma en la que lastimaba a Odette con cada sesión.

— Cariño, ¿Cómo has dormido?

Bostezando, Catalaia respondió

— Más o menos

— ¿Y eso?

— No has querido hacer el amor.

— Ya habrá tiempo después.

Algo indignada negó con la cabeza

— Sabes, apuesto lo que sea a que a Odette nunca le dijiste eso. Con ella nunca te privaste de tener sexo. En cambio conmigo, lo haces todo el tiempo.

— A Odette no la amé como te amo a ti. Quizá creas que para mi es fácil, no lo es Cata. Cada vez que te veo, cada vez que te huelo, que estás cerca solo deseo hacerte el amor, tocarte, besarte, hacerte mía una y otra vez. Pero aún no logro encontrar la forma de hacerlo sin hacerte daño, sin dejarte marcas, sin que tú sientas dolor mientras yo siento placer. Es más difícil estar de mi lado, que del tuyo cariño.

Ella me miró y sonriendo con algún plan entre manos pidió.

— Ven acá

— ¿Que?

— Que vengas acá

Algo desconcertado, me acerqué a ella y sin esperarme lo que iba hacer, se subió a horcajadas sobre mí mientras besaba mi cuello suavemente.

— ¿Recuerdas lo que te había dicho?

— ¿Que cosa?

— Te dije que te haría el amor.

— Cata..., te dije que...

— No te vas a salvar hoy. Te gustará, y sabes..., creo que me pedirás más.

Me sentía raro, extraño y fuera de rol. No estaba acostumbrado a esto, de hecho ni siquiera lo había experimentado antes. Debo admitir que el miedo y ansiedad reinaron en aquel momento dentro de mi cabeza. Dando besos suaves, pausados y también profundos comenzó a frotarse sobre mi piel y aunque me sentía extraño, una sensación distinta comenzó a experimentarse dentro de mi. Fue desvistiéndome sin dejar de acariciar y tocarme de una forma sutil, y al mismo tiempo lujuriosa. Nunca imaginé que estaría desnudo, a merced de una mujer sin tener el control, sin poder ser yo quien dominara sobre ella.

— Hoy no tendrás que hacer nada..., todo lo haré yo por ti.

— No creo que esto funcione

Besando mi labio inferior respondió.

— Ya está funcionando. Relájate y disfrútalo.

No tenía idea de lo que esta mujer pretendía hacer. Solo tenía clara una cosa, confiaba en ella y también comenzaba a hacerlo con sus locos impulsos. Frotando su vagina suave y lentamente contra mi erección no dejaba de mirarme con esa jodida mirada lasciva que iniciaba un ardor agradable recorriendo cada centímetro de nuestros cuerpos. Deseaba tocarla, adentrarme en su vagina y hacer que con cada embestida, su cuerpo se sacudiera y su garganta expulsara gemidos y jadeos. Sujete sus caderas pero ella rápidamente me detuvo.

Después de Tí Where stories live. Discover now