Capitulo 47: Despues de los celos, aparecen los orgasmos.

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Catalaia Winchester.

Todo estaba casi listo. Llevaba más de dos meses en las planificaciones de la boda y todo era de maravilla excepto por un detalle, apenas podía dar dos o tres pasos y ya me caía. Era jodidamente frustrante y comenzaba a temer no estar de pie para el día de la boda. Pero dentro de todo, comenzaba a respirar de manera más relajada. Odette era historia, y ahora eran otros los problemas como Jake y el romance que había comenzado Margaret con Louis. Esa mañana tenía cita con la encargada del pastel de bodas y Margaret después de pedirle un par de veces, aceptó acompañarme. La diseñadora del pastel me enseñaba una maqueta de lo que sería el pastel de bodas pero algo poco entusiasmada por el estilo,  comenté.

— Creo que quiero algo más detallado. Pensé que tenía claro lo que deseaba para el pastel.

— El pastel lo ha ordenado de cinco niveles pero debido al poco tiempo que tenemos, creo que uno de tres es más factible.

Ansiosa y frustrada por toda la tensión de la boda respondí.

— A ver, te he pagado diez mil libras por el pastel. Esa maqueta que me has enseñado no vale ni tres mil. Ahora por favor haga lo que le he pedido. Si no puede hacerlo contrataré otros servicios.

— Como usted quiera, señorita Winchester.

Una vez que la encargada del pastel salió de la casa, Margaret seguía callada y algo distraída leyendo una de las revistas de bodas. Buscando la manera de entablar una conversación sin que se espantara, comenté.

— Siento que voy a enloquecer con todo esto de la boda.

— Relájate, todo está bien, está quedando bello todos los preparativos.

— Solo espero poder caminar para la ceremonia. Y tú..., ¿Cómo vas con Louis?

Soltando rápidamente la revista su rostro se solidificó por completo y algo incómoda respondió evasiva.

— ¿Qué tengo que ver yo con Louis?

— Eh..., Margaret se te olvida que es mi amigo. Ya me he enterado de que han tenido un acercamiento y él está muy preocupado por ti.

— Cata, eso fue un error y ya no quiero hablar más del tema. Además, el es medio intenso y ya me aburrió.

— Si ajá, cómo digas. Se me hace que más que nada tienes miedo.

Pensé que seguiría dando pretextos o evasivas pero en cambio respondió dando frente al tema de una vez por todas. Con pesimismo me miró y con temor en su voz bajó la mirada.

— Si, tengo miedo a querer a alguien que tarde o temprano se irá. Si lo quiero, pero la relación que yo puedo darle no es una convencional. Y por más enamorado que este llegara un punto en el que se canse.

— A ver, no entiendo nada. ¿De qué hablas?

— Hablo de que no me gusta el sexo. Quizá creas que es igual que el tema de Nathaniel pero no. Él siente placer y excitación por la persona que ama. En cambio yo no. Estoy enamorada de él pero no lo deseo, no quiero estar sexualmente con él ni con nadie y se que nadie va a aceptar una relación sin sexo.

— Pero tienes una hija..., no entiendo nada.

Mirando las revistas respondió con dolor y resignación.

— Nunca he tenido sexo por decisión ropia. Jake toma lo que quiere cuando quiere. Si hay algo que más asco me da es el sexo. Por eso prefiero estar sola que andar explicando eso.

Me quedé con dos neuronas menos en el cerebro al escuchar a Margaret. Literalmente me sentía idiota al no poder entender porque o como es que una persona puede enamorarse y no sentir deseos por hacer le amor. Yo nada más de ver a Nathaniel se me mojaban las bragas. Justo cuando pretendía responderle se levantó huyendo evitando una pregunta de mi parte apenas podía caminar con esas muletas que llevaba pero ganas no le faltaban para correr. Me sentía algo mal por estar planeando una boda cuando alrededor había gente que no la pasaba bien, como Margaret. Esa misma mañana Alice volvió a insistir en que dirigiera los musicales pero no tenía el menor interés en volver al mundo del baile. Alice llegaba a un punto de ser sofocante, asfixiante y cuando algo se le metía en la cabeza no había dios ni poder extraterrestre que le hiciera cambiar de opinión.

Después de Tí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora