Capitulo 27: Bajos instintos

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Catalaia Winchester

Bruce a las 1:30pm

Hermanita, tenemos que hablar. Si no quieres problemas respecto a nuestro acuerdo, es mejor que vengas a la casa. Te espero a las 3:00pm

¡Joder! Era un maldito chantajista pero tenía que ir a esa cita fuera como fuera. No quería que fuera y me chantajeara con otra cosa y terminara jodiendo mi relación con Nathaniel. Pero tenía un problema, tenía que ir sola a esa cita. Eso sí era un problema y grande porque los guardaespaldas eran chicles en mis espaldas. Caminaba de lado a lado pensando en cómo quitármelos de encima. Nathaniel me tenía vigilada por todos lados y la verdad, llegaba a ser sofocante. Tenía que pensar en algo y era ya. Baje las escaleras y cuidando de que Jade o Margaret no me vieran, agarré las llaves de uno de los coches de Nathaniel y el corazón sentía que lo tenía a mil por hora. Los dos guardaespaldas estaban parados en la entrada y solo le pedía a Diosito que me perdonara por lo que iba a hacer pero no tenía de otra. Rompí un jarrón de más de cinco mil dólares en la cabeza del hombre y antes de que la otra guardaespaldas pudiera reaccionar, le rocié gas pimienta en los ojos. Salí corriendo de la casa y al subir al coche acelere rápidamente. Conducía de camino a la mansión Winchester y mi móvil no tardó en sonar. Nathaniel me marcaba una y otra vez al móvil pero rechacé cada una de las llamadas. Sabía que tendría un lío terrible al llegar a la casa pero eso era lo que menos me importaba en aquel momento. Solo quería de una vez cerrar ese absurdo trato que tenía con Bruce y que me dejara en paz de una vez por todas. Pero algo extraño noté al llegar a la mansión Winchester. Los miembros del servicio no estaban, ni había nadie en la casa. Solo estaba él sentado en la sala de estar con una copa en las manos.

— ¿Dónde están todos los empleados?

— Hoy es su día libre.

— ¿Qué es lo que quieres?

— Acércate

Con algo de temor me acerqué y vi sobre la mesa de centro el cheque que le había hecho por veinte millones. Tragando saliva pregunté.

— ¿Por qué no has cobrado el cheque?

— Estuve pensando en qué hay algo que he deseado mucho más que veinte millones. Hay otra forma en la que me vas a pagar por el favor que te hice.

— Ya yo te he pagado, no te debo nada.

Se puso en pie y su sola presencia intimidaba dejó la copa a un lado y caminando a hacia mi me comenzó a mirar con una morbosidad que comenzó a darme escalofríos.

— ¿Sabes que quiero? Te quiero a ti.

Derramando una lágrima respondí tartamuda

— No te acerques

— Sabes, te ves aún más lujuriosa y morbosa con él tu vientre pronunciado. ¿Sabes porque antes no te había follado? Porque tú virginidad valía mucho dinero. Pero ahora, ahora no hay nada que me impida probarte.

Intente salir corriendo de aquel lugar pero el logro alcanzarme agarrándome fuertemente del cabello. Tirando arrastras de mis mechones me llevó hasta el sofá y tumbándome en el comenzó a quitarme la ropa con brusquedad. Entre lágrimas le pedía que se detuviera, tenía miedo de mi bebé, que algo le ocurriera pero él era un monstruo sin sentimientos.

— Por favor no me hagas esto. Soy tu hermana,

— No lo eres, eres la desgracia de mi familia que es distinto. Ahora vas a saldar tu deuda y te aconsejo que no te resistas si quieres que el mocoso que llevas en el vientre nazca.

No podría vivir con eso, jamás volvería a ser la misma y pelearía hasta el final para poder evitar ser violada por mi propio hermano. Intente golpearlo pero su fuerza bruta fue más que la mía y golpeando mi rostro me dejó algo atontada.

Después de Tí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora