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Dia 14 de Enero

Las cosas no pueden verse mal hasta que ya lo están, esa es una frase mía que me gusta frecuentemente utilizar.

Maldita, la maldición de la rosa se reencarnó en mi cuerpo cuando tenía doce años de edad.

Joven e inexperta, fingí disimular cambios en el cuerpo que frecuentemente se me presentaban, creía haber escuchado de ellos anteriormente en la escuela. "No pasa nada, todo es natural" era lo que me decía constante e insistentemente, con el fin de quererlo creer.

La maldición de la rosa, consiste en que tus ojos varían, son colores limitados, exactamente los que se hallan en los diferentes tipos de rosas. Se supone que esta maldición o privilegio se obtiene en un niño de cada mil, en una década exacta, en un momento exacto. Se dice que es un regalo que los Dioses le han dado a la Tierra, porque esta maldición te convierte en una máquina de matar, un peleador innato, se rumora que la persona que sea portadora de esto, deberá enfrentar a un enemigo en particular, mucho más fuerte que él o ella. Sin embargo, para el usuario, se vuelve una maldición debido a que muchas personas desean deshacerse de ellos, algunos piensan que son un peligro para sus familias por su sed de sangre, mientras que otros quieren enfrentarse a ellos, otros simplemente desean matarlos, y finalmente, están aquellos que marginan hasta dejar en completa soledad. La apariencia del portador hace clara la presencia de esta maldición, pues su piel se torna un poco áspera y lastima. El estado de ánimo puede verse reflejado en los ojos de esta persona, aunque hay algunos que dicen que se tratan de una predicción, un aviso de algo que sucederá, para bien o para mal. La vida de estas personas resulta ser muy solitaria, te alimentas de odio y de frustración, sólo la muerte consigue hacerte libre de este tipo de maldición.

Yo, por mi parte, lo tomo como algo malo, pero sencillo de llevar. Siempre utilizo una capucha sobre mi cabeza, la cual está unida a una sudadera color verde. Unos guantes negros me cubren las manos. Nadie nota mi color de ojos, el cual frecuentemente cambia, a pesar de eso, no puedo relacionarme con las demás personas, por seguridad mía y la de ellos, aunque dudo que yo saliera herida dentro de alguna pelea. No noto nada extraño, ni nada que indique que un enemigo poderoso se aproximará, nadie podría saberlo, nací así por mala suerte, quizás, creo que nací en la década equivocada.

Era de mañana, a lo lejos se veía el sol asomarse, pero una silueta podía ubicarse a esas horas en lo alto de una roca. Era _______, quien se quedaba ahí sentada todas las mañanas para ver el amanecer, o dependiendo del lugar en el que se encontrara, siempre buscaba un punto alto para poder ver aquel precioso espectáculo.

No había un sitio fijo en el que ______ permaneciera, era una persona que no podía quedarse mucho tiempo en un solo lugar, mayormente era por la maldición que cargaba. Una carga muy pesada para su edad, algo injusto si se debiera opinar, también un pensamiento recurrente en la cabeza de la chica de sudadera verde, que en este momento se había quitado la capucha de la cabeza y dejó a la vista sus iris color amarillo, pues eran las que más se observaban en ella. También, otro motivo por el que _______ se mantenía siempre en constante movimiento, es porque no había nada que la atara a su ciudad natal, su madre murió cuando ella tenía dos años de vida por una enfermedad muy seria, mientras que su padre, que la crió hasta los once años, fue asesinado por una de tantas personas que esperaba enfrentarse con ________.

Una vez que el sol había salido, ya no había razón para quedarse ahí, era mucho más vulnerable a cualquier ataque ahí sentada, sería mejor continuar. Se levantó y volvió a colocarse su típica capucha, metió sus manos en los bolsillos y bajó poco a poco del lugar en que se encontraba, con cuidado de no caer. Herirse no era opción para ella, no podía ir a ningún hospital porque la detectarían al tocar su piel, además debido a que era la única persona así, era sencillo identificarla en cualquier parte que decidiera ocultarse, aunque hasta el momento lo había hecho muy bien, nadie la notaría si pasara a la par de ella.

—Ahora...¿qué camino debo tomar?—se preguntó mirando a dos veredas frente a ella—a juzgar por el camino de la izquierda, podría decir que se le ve con muchas rocas y algunos árboles que dificultan el paso, pero si observo bien el otro camino se ve que está despejado, perfecto para caminar sin ninguna molestia, por lo cual deduzco que si lo sigo me encontraré con una aldea.

Luego de haber deducido aquello, optó por irse por el camino dificultoso, de esa manera no causaría ningún problema ni se buscaría uno. Sólo ella sabía la desesperación que podía sentirse cuando a veces recuperaba la conciencia de lo que pasaba a su alrededor y veía sus manos cubiertas de sangre, mientras bajo ella, había un cuerpo sin vida, en ocasiones en el peor escenario. El estar sola se tornaba difícil, por eso a ______ le gustaba caminar recorriendo pueblos nada más para escuchar personas a su alrededor.

Mientras iba caminando, pudo detectar la silueta de alguien que se acercaba, buscó desviarse de esa persona pero al parecer era demasiado tarde, en menos de lo que pensaba se quedó frente a frente con una muchacha

La Maldición de la Rosa (Billie Eilish y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora