Capítulo 1

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Pasaron varias semanas y la cosa no cambió; empeoró. Lena llegaba a casa a veces con el pelo enmarañado debido a que Kara le pasaba la mano por la cabeza. La rubia a veces llegaba con raja en su camiseta por las tijeras de la azabache. Kara no dejaba de cantar a pleno pulmón bajo la ventana de Lena mientras que la pelinegra cada vez tenía más puntería en lanzarle cosas por su ventana para que se callara.

Lex y Alex siempre se asomaban para ver la interacción de las dos chicas. Para ellos era pura diversión. Incluso Lillian se rindió y le dio la razón a Alexander, dejando que solo gritara expresamente a su vecina. Lo supo debido a que Eliza no paraba de ir a su casa para disculparse en el nombre de su hija, así que comprendió que no sería una cosa que iba a pasar dos o tres veces, sino que duraría un largo tiempo.

—Mañana tenemos un examen. ¡Por favor, cállate ya! —gritó Lena tirando su estuche directamente a la cabeza de Kara.

—¡Eso ha dolido, Luthor! —gritó enfurecida viendo como la pelinegra desaparecía de su ventana.

—Cariño —llamó Eliza desde la puerta del jardín—, me voy con Lillian a dar vueltas por Midvale.

—¿Para qué? —Kara preguntó dejando de rascar su cabeza.

—Vamos a comprar algo para mañana que es el cumpleaños de Lena y Alexander no puede acompañarla porque también está estudiando para un examen —rio mirando a la ventana recordando sus gritos.

—¿Puedo ir yo también? —preguntó con un brillo en sus ojos.

—¿Has estudiado? —Kara asintió con efusividad—. Claro, creo que Lillian no tendrá problemas con eso —murmuró mirando la casa de su vecina, no sabiendo si era buena opción.

Alex también se sumó al plan sin discutir con su madre ya que el examen que tenían ellos eran dentro de dos semanas, solo que Lex decía que, si estudiaba ahora, solo tendría que repasar.

.

Las niñas anduvieron de un lado a otro mientras que las madres miraban los escaparates del pequeño pueblo. Realmente la madre no tenía idea de que comprarle esta vez porque, aunque su marido falleció, había dejado regalos hasta que cumpliese los once años. Su manía de anticipar las cosas. Su rostro de preocupación aumentó cuando esta vez no tenía a su marido para debatir qué comprar.

—Podrías regalarle una cremallera —interrumpió Kara pasando por su lado.

—¿Una cremallera? —preguntó Lillian con curiosidad.

—Para que deje de gritarme —encogió de hombros de manera divertida y correteó al lado de Alex.

—Lo siento por Kara, de verdad. No deja de molestar a tu niña y ahora a ti —suspiró Eliza derrotada.

—No te preocupes. A veces pienso que Alexander tiene razón —musitó la mayor Luthor—. Lena es una niña muy buena y, desde que murió Lionel, siempre ha sido tan reservada y callada y lo hace todo para que me sienta orgullosa... que se me olvidó que todavía es una niña. Creo que Kara le hará bien de alguna manera.

Eliza asintió con un rostro de complicidad y Lillian le sonrió de vuelta. Aun así, Lena no iba a librarse de los castigos, aunque para la pelinegra cada castigo se le hacía más corto que el anterior. De estar encerrada en su cuarto pasó a solo a lavar los platos sucios cada día y noche.

Decidieron entrar en una pequeña joyería. Alex y Kara miraban los precios caros que resaltaban en las etiquetas. Los collares y cadenas de oro blanco, los anillos con diamantes y las pulseras de plata donde podías grabar tu nombre. Lillian miraba de un lado a otro con Eliza, pidiendo opiniones sobre los costosos anillos.

Vecinas incontrolables | SupercorpWhere stories live. Discover now