Capítulo 30

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Los días de verano pasaron como el viento de un huracán. Sam, Nia y los demás se despidieron hace una semana y prometieron en llamar, enviar mensajes y hacer videollamadas grupales y que, nada más regresaran a Midvale de vacaciones, quedarían todos juntos para contar todo lo que habían vivido en la universidad.

Era el último día para Kara y Lena ya que mañana irían por caminos distintos debido a que dentro de nada empezaban el primer día de clase de universidad. Sus hermanos habían partido por la mañana ya que Alex tenía que regresar inmediatamente a la comisaría, a punto de examinarse para quitarse el título de novata, y Lex tenía que regresar a Metrópolis para organizarse, con ganas de empezar su último año y tomar su empresa.

Las vecinas habían hablado estos días sobre la "cita de amigas" que iban a tener. La pelinegra intentaba sonsacarle cualquier cosa o alguna pista, curiosa e inquieta, intentando fiarse de su vecina, pero la rubia negaba, diciendo nuevamente que era una sorpresa. Cada vez que se acercaba la fecha, cada vez se ponían más nerviosas hasta que llegó ese día.

.

El timbre sonó y Lena bajó casi corriendo.

Se había cambiado cien mil veces, sin saber muy bien qué ponerse porque realmente no sabía cómo debía ir. ¿Un vestido de princesa? ¿Un traje a pesar del calor? ¿Unos vaqueros rasgados y una camiseta para ir demasiado informal? Gruñía molesta porque no sabía que planes tenía la rubia. Ni siquiera le solucionó el tema de la vestimenta. Le envió un mensaje solo con un: "ponte lo que más te convenga". ¿Eso que quería decir? Finalmente optó por un vestido corto veraniego. Ni era demasiado atrevido, ni demasiado informal y mucho menos formal.

Abrió la puerta y ahí estaba Kara con una sonrisa vacilante en sus labios y con las manos en la espalda. Lena inmediatamente se cruzó de brazos, apoyándose en el marco de la puerta. Ella iba vestida como siempre; vaqueros cortos y camiseta ajustada. Aunque esta vez iba con el cabello suelto, dejando su melena a relucir ya que siempre la veía con el pelo recogido entero o a medias debido a los entrenamientos, ejercicios y un largo etcétera.

—Hola... —Kara la miró de arriba abajo—, bonita —piropeó con un silbido.

—No me vaciles —contestó casi riendo, pero Kara negó.

—De verdad. Estás muy guapa.

—Hum... Gracias —asintió no muy convencida y la miró con sospecha—. ¿Qué llevas ahí? —preguntó señalándola por encima del hombro, indicando que sabía que escondía algo detrás de su espalda.

—Tu ramo.

La rubia sacó lo que había prometido y Lena se echó a reír enseguida, sacudiendo la cabeza de un lado a otro. El ramo no era nada más ni nada menos que de flores marchitas. Sin embargo, lo cogió con gusto y agradeció el gesto poco romántico.

—¿Desde cuándo tienes este ramo? Porque obviamente ha tenido que pasar un tiempo para marchitarse.

—Desde que Sam insistió en que te sacara de casa.

—¿Sabes que significa que le regales un ramo de rosas marchitas a alguien? —arqueó las cejas y Kara encogió de hombros—. "No me interesas".

—¿Solo las rosas? —preguntó Kara vacilante y la pelinegra asintió—. Pues deberías estudiar más flores porque estos claramente no eran rosas.

—¿Y qué eran? —preguntó con curiosidad, verificando que realmente no eran rosas y Kara sacudió la cabeza.

—Puede que algún día te lo diga.

Lena puso ojos en blanco ante la sonrisa burlona de Kara, aunque también estaba un poco sorprendida por haber tenido ese gesto o al menos de haberse acordado. Se disculpó para guardarlos y se adentró de nuevo en su casa. Los dejó en la mesita de la entrada, gritando a su madre de que no se asustara si veía algún bicho raro y salió nuevamente, viendo a Kara con los cascos de la moto.

Vecinas incontrolables | SupercorpWhere stories live. Discover now