Capítulo 40

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—¿Se puede saber a qué han venido tantos mensajes? —preguntó Sam nada más Lena le abrió la puerta.

La CEO directamente le tapó la boca, murmurando un "sh" mientras tiraba de ella para adentrarla en casa. Su mejor amiga frunció el ceño, atónita ante su actitud infantil, pues se había levantado con el móvil petado. Los primeros pensamientos fueron que quería regañarla por algo que hizo mal en el trabajo o por algo que había hecho sin querer y le había molestado:

'No me puedo creer esto, Sam. Me doy por vencida'.

'Espero que cuando te levantes no tomes nada porque el café te lo voy a dar yo'.

'Puedo sonar exagerada, pero estoy a un paso del odio'.

Pero conforme fue leyendo, mirando los restantes mensajes, esas ideas se fueron desvaneciendo y llegó al punto de preocuparse. Alex, que estaba junto a ella abrazándola en la cama, miró su móvil cuando su novia lo alzó y tenía una idea en mente al igual que la morena, pero la pelirroja inmediatamente le dijo que fuera a su casa para buscar explicaciones y que no sacara conclusiones precipitadas tras leer:

'¿Cómo te sentirías ser sincera por una vez en la vida y que pasen de ti en toda tu cara?'

'Necesito que escuches, no puedo aguantarlo más'.

'¿Tan mala he sido... o soy? Entiendo muchas cosas, pero la indiferencia me mata...'.

—¿Café? —preguntó Lena caminando rápidamente por la cocina después de dejar a su mejor amiga en el sofá.

—¿Lena? ¿Qué es lo que está pasando? Llevo toda la mañana preocupada —comentó tranquilamente Sam, con cautela sin sonar desesperada; sabía que su mejor amiga no necesitaba que la bombardearan.

El cuerpo de la pelinegra se tensó; pensaba que estaba preparada, pero totalmente no lo estaba. Sin embargo, no podía callar más. Se acercó a su mejor amiga, entregándole una taza de café mientras Sam le dedicaba una sonrisa empática. Dios, adoraba a su socia con toda su alma con la tranquilidad que le trataba a pesar de que podría sonar desesperada. Se sentó frente a ella, tomando un sorbo de su café y espiró.

—Sam, voy a contarte algo porque no puedo más. Me siento fatal porque eres mi mejor amiga y tú me contaste lo de Alex sabiendo que podrías correr el riesgo de que se lo contara a Kara —dijo pausadamente mientras la morena la observaba y asintió—. Pero antes de comenzar, prométeme que no me juzgarás hasta contarte toda la historia y mucho menos se lo vayas a contar a nadie. Y ese nadie es sobre todo a Clark.

—Madre mía, Lena, ni que le hubieras puesto los cuernos —rompió el hielo casi riendo y tomó un sorbo de su café. Lena agachó la cabeza—. ¿Luthor?

—Me acosté con Kara...

Sam ahora mismo era una fuente de café. Salió disparado hasta por la nariz. Lena corrió rápidamente para darle suaves golpes en la espalda mientras su mejor amiga tosía. Cogió varias servilletas, limpiando todo su rostro y Sam miró la cara horrorizada de Lena, reflejando como si fuera el ser más despreciable de la tierra. Se calmaron un poco y, antes de retomar la conversación, quiso bromear un poco para que la tensión se disminuyese.

—Tendré que comprarte yo la alfombra esta vez... —susurró cumpliendo su objetivo de sacar una sonrisa a Lena. Después de un silencio, Sam continuó—. Entonces te acostaste con Kara...

—Anoche... —aclaró la pequeña Luthor acoplándose incómodamente en el sofá.

Wow... —murmuró arrugando la frente.

Al principio, por los mensajes, pensó que era por Clark; un enfado tonto o cualquier cosa similar como muchas veces habían tenido, pero esto podría tener mucho más sentido para ella si Lena se explicase. Realmente Sam siempre se imaginó que ellas dos iban a acabar juntas, de que tenían sentimientos una por la otra, pero era solo eso: imaginación.

Vecinas incontrolables | SupercorpWhere stories live. Discover now