Capítulo 46

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Al día siguiente, Lena ya había abandonado a Kara durante todo el día y tarde debido a que quería inspeccionar la zona por donde debería tener la reunión. Sin embargo, la rubia ya era consciente de ello porque se lo dijo la noche anterior nada más entrar en el hotel y se pasó todo el día dando tumbos por Tokio.

Le entró curiosidad por saber qué era lo que le atraía esta gran ciudad. Entre metros y cientos de descansos por cafeterías debido a su rodilla, llegó hasta Asakusa. Apostó en que, como Lena era una friki y le encantaba la historia, anduvo directamente a por los templos y atracciones más antiguos de Japón.

Realmente todo era bonito, colorido y lleno de paz a pesar de haber mucha gente. Sacó el folleto que le dio Lena el día anterior con toda la información de cada sitio al igual que un diccionario bolsillo y se topó con Sensō-ji, el templo que tenía a unos metros delante.

Le fascinó la información al igual que las estatuas budistas y el color rojo intenso, lo bien cuidado que parecía, pero tampoco pensó que era algo del otro mundo. Lo único fascinante que le parecía es que anduviese por donde lo hiciese, se topaba con templos similares. Puede que ella no era tan friki como la pelinegra, asegurándose que Lena fliparía tres mil veces más que ella y esto no era nada más que el principio.

Lena le mandaba mensajes cortantes para saber qué tal iba o cómo lo llevaba al igual que la rubia le contestaba secamente, preguntando lo mismo. No por nada en especial, Tokio realmente estaba lleno de turistas pisaras por donde fueses y Lena estaba ocupada hablando con los inversionistas junto jefe de dirección y traductor.

Guardó el mapa y caminó hasta llegar a un restaurante cualquiera. Pidió lo primero que le llamó la atención, no sabiendo muy bien qué ponía y pronunció perfectamente agua para que la entendieran. El móvil también fue de gran ayuda, pero se dio cuenta de una cosa importante; se estaba quedando sin batería, así que era el momento de regresar.

Pero a mitad de camino... Se dio cuenta de que se le había olvidado el bolso con todas las cosas a excepción de su móvil. Regresó inmediatamente con la esperanza de que estuviera en el restaurante ya que Lena le habló de que raramente cogían las cosas de los demás, pero su corazón sufrió un vuelvo al ver que no era así. Volvió al templó y no supo que hacer; si caminaba, correría el riesgo de perderse y si ponía el GPS nadie podía asegurarle que su batería aguantaría. Así que no tuvo más remedio que coger el móvil y aprovechar la poca que le quedaba.

—¿Lena?

—¿Kara? ¿Qué pasa? —preguntó con voz cansada, pues realmente estaba harta de discutir sobre los proyectos que tenían en mente. Se suponía que hasta pasado mañana no tendrían la reunión—. No tengo mucho tiempo, habla rápido.

—Estás muy ocupada, ¿verdad? —Lena asintió—. Joder, soy imbécil...

—Eso lo sabía... —comentó la pelinegra en broma y a la vez en serio, pero solo escuchó un suspiro de la rubia—. ¿Qué es lo que ocurre, Ká? —se preocupó al notar que algo no iba bien ya que no le había replicado en absoluto.

—He perdido el bolso y no tengo mucha batería. No sé dónde queda a la estación y como ponga la ubicación, sé que me iré a la mierda y tengo miedo de perderme. Seguro que me secuestran al ser una chica tan guapa —habló sin voz, intentando reírse de sus propias bromas al a vez que quería que Lena no le regañara, pero estaba segura al cien por cien de lo que decía.

—Quédate quieta —le ordenó casi gritando—. ¿Dónde demonios estás? —se levantó de su asiento agitando la mano con una disculpa hacia los presentes.

—En Asakusa...

—Te tiene que pasar de todo en el sitio más lejos —se quejó cogiendo el bolso—. ¿Ves el templo Sensō-ji?

Vecinas incontrolables | SupercorpWhere stories live. Discover now