Capítulo 32

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"¡Estoy enamorada de ti!"

Decirlo, soltarlo, arrancárselo del alma... se sentía tan bien. Tenía tantas ganas de escupir esas palabras en tantas ocasiones que al final lo consiguió. Esa liberación hizo que su pecho se sintiera más libre para respirar, mejor para bombear su corazón con más tranquilidad. Ya le daba igual si Lena la rechazaba o que la aceptase, podría lidiar con ambas cosas. Agachó la cabeza, cogiendo su pañuelo del bolsillo para secar sus lágrimas.

—No me lo puedo creer... —murmuró Lena, apartándose de ella.

—Pues hazlo porque ya estoy cansada —aseguró limpiándose todo su rostro, casi sonriendo de lo orgullosa que estaba de haberlo hecho.

—¿Ya has terminado?

Esa pregunta llena de hostilidad hizo que Kara dejara de limpiarse para mirar a Lena. Ahora quien estaba en shock era la rubia al ver a su vecina llorar, con un rostro enfurecido. Frunció el ceño e intentó cogerle del brazo para preguntar que le pasaba, pero la azabache puso las manos en el aire, deteniéndola.

—No te acerques.

—¿Qué? —preguntó Kara, sin entender muy bien su actitud defensiva.

—¿Así de lejos has llegado?

La rubia ladeó la cabeza como si fuera un cachorro, confundida sin saber muy bien que estaba pensando su vecina. Intentó nuevamente acercarse, preguntando qué demonios pasaba, pero Lena la empujó hacia atrás.

—Kara, imagínate que tuviese sentimientos por ti por un momento... ¿te crees que es gracioso burlarte de esa manera, jugando con mis sentimientos? No puedes decirle a una persona que llevas vacilándole toda tu vida que ahora estás enamorada de ella porque sé que es mentira y te estás riendo de mí.

Porque, aunque Kara se había sincerado con toda su alma, Lena no podía creérselo. Estaba cegada por la ira y dolor. Sus palabras no llegaron hasta su corazón helado. No podía creérselo porque se aseguró de que la rubia nunca le hablaba en serio y este tema tan delicado hacía que no pudiese imaginar que Kara tuviese sentimientos hacia ella. Nunca le mandó una señal, nunca le demostró nada y ahora, de repente y de la nada, estaba enamorada de ella, pues Lena no la creyó.

—Lena, ¿estás hablando en serio?

—Creía que eras mi amiga, pero veo que todavía sigues con esa inmadurez de mierda —escupió enfadada haciendo que Kara levantara las manos, abatida—. Te juro que pensaba que después de lo de hoy íbamos a estar más unidas. Más unidas que aquel día en el lago, o en mi cumpleaños, o incluso este verano. Pero ya veo que tu obsesión de que me guste alguna chica y que admita que esté enamorada de ti no ha cambiado y lo has conducido a un terreno peligroso —resolvió, limpiándose las lágrimas—. Así que gracias por demostrarme que podías ir a peor. Deja de ser tan narcisista, prepotente e idiota integral y...

—¿Sabes qué, Lena? —interrumpió Kara de mala manera.

—¿Qué?

—Que te jodan.

No podía creérselo. ¿En serio Lena era tan cerrada de mente? ¿En serio se creía que todavía se estaba riendo de ella? ¿Después de haber sido más sincera que nunca? No solo estaba enfadada por no creerse que se había declarado, sino por insultar y menospreciarla.

Le entregó su pañuelo con mala gana con la excusa que se limpiase su rostro y que no le diera las gracias. Cogió el casco, conteniendo las lágrimas y se lo puso con fuerza. Se subió a la moto y arrancó.

—Kara —llamó Lena, pero la rubia puso la pata lateral en su sitio—. ¡Kara! —gritó cuando vio que su vecina iba marcha atrás con la moto—. ¡Kara! ¿En serio me vas a dejar aquí?

Vecinas incontrolables | SupercorpWhere stories live. Discover now