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Un golpe lleno de verdad

—Esto parece moco —exclama Lían, jugando con un Slime. Una expresión de asco cruza en su rostro y hace que se vea muy divertido.

Se los presentaré: Lían es mi mejor amigo desde hace mucho tiempo como ya les había mencionado. Tiene el cabello oscuro y sus ojos son de un color café que le cambian dependiendo el clima. Siempre lo he llamado ojitos de gato porque sus ojos se asemejan a los de un felino.

Es muy tierno y sensible, pero cuando se enoja, créanme que es la persona más orgullosa del planeta. Podría estar meses ignorándote por cualquier cosa.

Hasta llegó a decirme "te voy a ignorar tanto que dudarás de tu existencia" y no fue nada bonito sentirme invisible.

—Quién te manda a ser tan caprichoso —ataca Mel.

—Yo no soy caprichoso —se defiende él.

Si lo eres, maldita sanguijuela.   

—Te compraste ese slime porque el niño que está allá no te lo quiso prestar —contraataca Mel, apuntando a un niño que está en un asiento jugando con su slime, disfrutando de su niñez.

Lían vio cómo un niño tenía un Slime y, como niño caprichoso, lo fue a pedir, claramente el niño se negó a prestar su preciado juguete. Así que estuvieron peleando hasta que se acercaron los padres y le tuvieron que echar agua a Lían para que deje a su hijo en paz. En fin, ese es Lían...

—Pero ese niño es muy mezquino. ¿Acaso no le enseñaron a compartir en el jardín? —se cruza de brazos y frunce el ceño, lo cual lo hace ver más que enfadado, se ve de una manera muy tierna.

—El burro hablando de orejas... —agregué en apenas un susurro casi inaudible.

—Eres igual que él. Te pedimos prestado el Slime y te negaste, y tú no eres un niño, ya tienes pelo en lugares que no quiero mencionar.

—Lugares que no me gustaría saber tampoco —respondo entre risas

Llegó el sábado y con los chicos hemos venido a una plaza a disfrutar del día soleado, perfecto para la ocasión, hace mucho que no salía con mis amigos. Pero es momento de salir de la cueva un poco, supongo.

Es una plaza bastante grande, pero no exageradamente. No es tan grande como la plaza a la que solíamos ir con Cloe. Pero aun así, era muy bonito lugar para pasar un buen rato.

Lían y Mel son mis mejores amigos con los que comparto todo. Ellos viven peleando, pero es su forma de demostrarse cariño aunque ambos niegan rotundamente tenerse algo de aprecio mutuo. Juran odiarse entre ellos, y se ven muy chulos peleando, harían linda pareja, pero a Lían le gustan los hombres, cosa que le costó mucho aceptar, pero acá estuvimos sus amigas para apoyarlo y amarlo tal y como es.