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Oh, mireeen, una zanahoria con patas

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Oh, mireeen, una zanahoria con patas

Les estoy contando a mis amigos lo que pasó sobre mi abuelo y el tío/tía perdida.

—Es como un capítulo de la rosa de Guadalupe, ¿no es emocionante? —exclama Mel, emocionada por cada detalle

Pero yo no digo nada, sigo pensando en aquella caja con las fotos... Hoy voy a investigar a fondo para ver adónde me lleva eso. Por un instante sentí la necesidad de pedirles ayuda a mis amigos. Pero lo pensé detenidamente y me negué a mi misma

—Lena... —Lían pasa su mano delante de mí para captar mi atención y reacciono en un instante —¿En qué piensas?

—No... en nada —respondo rápidamente —¿Qué tal ustedes? —pregunto para cambiar de tema.

Lían me cuenta lo obsesionado que está con el chico ese nuevo, creo que es el hermano de Aaron porque llevan el mismo apellido. Y Mel me habla de lo lindo que se pone Aaron cada día. ¿Qué obsesión tienen con los Anderson? Digo, solo conozco a uno, pero ni que fueran dioses divinos.

Todo transcurrió muy normal en la escuela, por suerte no me he cruzado con Aaron hasta ahora, no quiero escuchar sus preguntas sobre lo que pasó en la cena la otra noche. No me gustaría recordar el mal rato que el patético de mi padre me hizo pasar. Aún me duelen las heridas que me causó...

Está un poco nublado el día, hay una brisa refrescante en el aire, pero no llega a hacer frío.

Llega la hora del almuerzo y salimos a una cafetería con los chicos, y una vez allí, pedimos nuestros batidos favoritos.

Pasaron unos minutos y suena la campana de la entrada, ¿y quiénes entran? Aaron, junto a la pelirroja, el albino y el pelirrojo. Pareciera que todo pasa en cámara lenta, la pelirroja vestida de rojo -qué irónico- y le quedaba jodidamente bien. Quién pudiera ser tan hermosa. Sin duda es la favorita de los dioses.

Me hago la desinteresada en su presencia -No como todos aquí que se le quedan viendo como si fueran una atracción de un fabuloso circo- y continuo tomando mi delicioso batido de fresas, mientras tanto, me hago la distraída mirando el teléfono.

—Hola, Lena, ¿cierto? —pregunta Aaron, indiferente.

¿Está haciendo como si no me conociera? Cuando creí que no podía ser más estúpido, llega él con esa actitud.

Volteo y veo su rostro, con una leve sonrisa.

—Sí. ¿Qué quieres? —le doy la mirada más asesina más que puedo hacer

—Wow, si sabía que ibas a tener una maestra particular tan linda, hubiera hecho que todos mis exámenes se los comiera el perro —dice el muchacho junto a Aaron que supongo yo, es el hermano.

La verdad no se parecen en nada. Este chico es superamable -o eso aparenta- y Aaron... Bueno, Aaron es Aaron.

—¿Por qué no aprendes a ser amable como este chico? En vez de hacerte el que no me conoces — bufo y todos rieron, pero la pelirroja no.

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