8: La antigua familia Black

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Después de desayunar fui al salón, una estancia alargada de techo alto, que se hallaba en el primer piso, cuyas paredes eran de color verde oliva y estaban cubiertas de sucios tapices

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Después de desayunar fui al salón, una estancia alargada de techo alto, que se hallaba en el primer piso, cuyas paredes eran de color verde oliva y estaban cubiertas de sucios tapices. De la alfombra se levantaban pequeñas nubes de polvo cada vez que alguien la pisaba, y las largas cortinas de terciopelo de color verde musgo zumbaban. Me puse un pañuelo anudado en la cabeza. Cada uno llevaba en la mano una botella muy grande, que tenía un pitorro en el extremo, llena de pulverizador

—Es doxycida.—afirme tomando uno, la señora Weasley asintió, mientras Harry y Ron llegaban.

— Nunca había visto una plaga como ésta. No sé qué ha estado haciendo ese elfo doméstico en los diez últimos años...

Aunque Hermione llevaba la cara tapada, vi con claridad que le lanzaba una mirada llena de reproche a la señora Weasley.

—Kreacher es muy viejo, seguramente no podía...

—Te sorprendería ver de lo que es capaz Kreacher cuando le interesa, Hermione —afirmó papá, que acababa de entrar en el salón con una bolsa manchada de sangre llena de algo que parecían ratas muertas—. Vengo de dar de comer a Buckbeak .  Lo tengo arriba, en la habitación de mi madre. Bueno, a ver... este escritorio... —Dejó la bolsa de las ratas encima de una butaca y se agachó para examinar el mueble; el escritorio temblaba ligeramente—. Mira, Molly, estoy convencido de que es un boggart —comentó él mirando por la cerradura—, pero quizá convendría que Ojoloco le echara un vistazo antes de soltarlo.  Conociendo a mi madre, podría ser algo mucho peor.

—Tienes razón, Sirius —coincidió la señora Weasley.

Ambos hablaban en un tono muy educado y desenfadado que dio a entender que ninguno de los dos había olvidado su discusión de la noche anterior.

En el piso de abajo sonó un fuerte campanazo, seguido de inmediato por el mismo estruendo de gritos y lamentos que Tonks había provocado la noche pasada al tropezar con el paragüero. 

—¡Estoy harto de decirles que no toquen el timbre! —exclamó, exasperado, y salió a toda prisa del salón. Lo oímos bajar precipitadamente la escalera, mientras los chillidos de la señora Black volvían a resonar por toda la casa.

—¡Manchas de deshonra, sucios mestizos, traidores a la sangre, hijos de la inmundicia!...

—Harry, cierra la puerta, por favor —le pidió la señora Weasley.

Una vez Harry lo hizo  le tiré un pañuelo a el y a Ron dándoles perfectamente en la cara.

—Bueno, tienen que ir con cuidado porque las doxys muerden y sus dientes son venenosos.  Aquí tengo una botella de antídoto, pero preferiría no tener que utilizarlo.—dije—. Cuando dé la orden, empiecen a rociar las cortinas. Ellas saldrán volando hacia nosotros para atacarnos, con una sola rociada quedan paralizadas. Cuando estén inmovilizadas, ponganlas en este cubo. No quiero doxys muertas o habrá alguien muerto después—les advertí—. ¿Preparados? ¡Disparen!

Laila Scamander y La Orden Del FenixWhere stories live. Discover now