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«No estamos solos»
Después de un verano repleto de pesadillas e ir de aquí para allá, Laila Scamander tiene que resignarse a su nueva realidad. La orden secreta del Fenix se reúne en Grimmauld Place para luchar contra las fuerzas oscuras. El s...
El ultimo cpaitulo tuvo tantos comentarios que me insprire y aqui hay otro.
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Cuando llegue a mi habitación varios se habían quedado en la sala común, yo me había excusado de que estaba muy cansada y tenía mucho frio. Le devolví la chaqueta a Harry y fui a paso rápido a mi cama.
—Bien, el enojo es algo bueno para nuestras clases.—Morgana aplaudió contenta
--No estoy enojada.—dije tirando mi bolso en la cama que rebotó a un lado con fuerza.
—De acuerdo—ella se encogió de hombros.
—¿Cuanto vamos a empezar?—pregunté impaciente teniendo un sentimiento de querer hacer daño, no podía pensar en otra cosa, me senté en la cama y saque de entre mi mesita de noche el pendiente de perla de Umbrisge que M le había robado en m primer castigo.
—De acuerdo, de acuerdo, mi pequeña dragona—Morgana sonrió, tomo el aro de perla y lo deposito de nuevo en mis manos.
—¿Quieres que lo queme como con mis figuritas?—recorde como para contactarme con Harry tuve que quemar un regalo que me había hecho; unas figuras de madera talladas de bowtruckle, niffler y gato.
—No—ella respondió—. Cuando pasábamos por el jardín recogí un par de hojas de hierbamora en el bolsillo de tu chaqueta.
Me revise los bolsillos de la chaqueta y efectivamente ahí en uno de los bolsillos estaba una pequeña planta de hierbamora.
—Saca la varita y quémala.
Hice como me dijo y murmurando un poco "incendio" de la punta de mi varita salió una llama que lentamente comenzó a quemar la planta. Habiamos practicado mucho esto, bueno mas bien todos los días desde el primer castigo, agarré el pendiente de perla de Umbridge y la parte puntiaguda me la clave con la fuerza para que saliera un poco de mi sangre y en una pequeña gotita cayera en la planta que se estaba quemando.
—Vamos, anwyl—sentí el susurró de Morgana en mi oreja—. Sabes las palabras, las hemos estado practicando toda la semana.
Cerré los ojos y lance la planta a la chimenea a mi lado, murmurando la oración tres veces y acostándome. Ya era de noche y todos aun que estaban en la sala común, me tendí en el suelo a un lado y visualice la horrible cara de Umbridge y pensé en todo lo que había hecho, pero sobre todo lo que me hacía la sangre hervir era en como ella torturaba a Harry, no me importaba que me haya quitado mi anillo, no me importaba que me había tratado de hacer lo mismo. Lo que odiaba era ver a Harry cada noche, con la mano sangrando e hinchada, siempre teniendo que sanarle la mano, de como ignoraba la llegada de Voldemort, que negaba la muerte de Cedric como asesinato, y pensé en todos mis amigos que tendrían posiblemente el mismo castigo.
Sentí mis músculos relajarme, Morgana me advirtió que no me volviera extremadamente destructiva en la mente de Umbridge, que si lo hacia podía perder el control y la huella del obscurus podría salirse de control y destrozar toda la torre de Gryffindor. Cuando abrí los ojos lo primero que vi fue mi reflejo; mis ojos brillando dorados, casi naranjas, mi cabello enves de ser rubio, era negro y algo despeinado, mi piel de igual color y estaba con ropas medievales; era Morgana. Debía ser mi mente o la misma M protegiéndome, no sería bueno que mostrara mi verdadera apariencia en la mente de Umbridge, no era muy buena para hacer mis planes para torturar a esa vieja arpía. Estaba en una brillante y lustrosa oficina, noté que Umbridge tenía sus defensas bajas, estaba en paz y tranquila, vi en su escritorio una foto, era Fudge, enmarcado. Pensé en lo que ella odiaba, en lo que ella detestaba y en lo que ella amaba. Por fin la vi, estaba sentada frente a su escritorio, en su horrible atuendo rosa chillón que, yo siempre amé el color rosado, pero ahora solo me hacia tener disgusto.