12: Primos

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—Bueno, no importa —dijo Ginny con optimismo—

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—Bueno, no importa —dijo Ginny con optimismo—. Miren, podemos librarnos de todo esto con facilidad. —Sacó su varita y exclamó—: ¡Fregotego!

Y el jugo fétido desapareció.

—Lo siento —volvió a decir Neville con un hilo de voz. Ron y Hermione no aparecieron hasta al cabo de una hora, después de que pasase el carrito de la comida. Harry como siempre me había comprado mis dulces del carrito, y yo me estaba atragantando con una empanada de calabaza  cuando se abrió la puerta del compartimento y Ron y Hermione entraron acompañados de Crookshanks y Pigwidgeon, que ululaba estridentemente en su jaula.

—Estoy muerto de hambre —dijo Ron; dejó a Pigwidgeon junto a Hedwig, le quitó una rana de chocolate de las manos a Harry y se sentó a su lado. Abrió el envoltorio, mordió la cabeza de la rana y se recostó con los ojos cerrados, como si hubiera tenido una mañana agotadora.

—Hay dos prefectos de quinto en cada casa —explicó Hermione, que parecía muy contrariada, y se sentó también—. Un chico y una chica.

—Y a ver si sabén quién es uno de los prefectos de Slytherin —preguntó Ron, que todavía no había abierto los ojos.

—Malfoy —contestó Harry al instante, convencido de que sus peores temores se confirmarían.

—Por supuesto —afirmó Ron con amargura; luego se metió el resto de la rana en la boca y tomó  otra.

—Y Pansy Parkinson—añadí haciendo a Hermione asentir.

—No sé cómo la han nombrado prefecta, si es más tonta que un trol con conmoción cerebral... 

—¿Quiénes son los de Hufflepuff? —preguntó Harry.

—Ernie Macmillan y Hannah Abbott —contestó Ron.

—Y Anthony Goldstein y Padma Patil son los de Ravenclaw —añadió Hermione.

—Tú fuiste al baile de Navidad con Padma Patil —dijo una vocecilla.

Todos nos volvimos para mirar a Luna Lovegood, que observaba sin pestañear a Ron por encima de El Quisquilloso. El chico se tragó el trozo de rana que tenía en la boca.

—Sí, ya lo sé —afirmó un tanto sorprendido.

—Ella no se lo pasó muy bien —le informó Luna—. No está contenta con cómo la trataste, porque no quisiste bailar con ella, pero la paso muy bien Fay Dunbar. A mí no me habría importado —añadió pensativa—. A mí no me gusta bailar — aseguró, y luego volvió a esconderse detrás de El Quisquilloso.

Ron se quedó mirando la portada durante unos segundos con la boca abierta y después miró a Ginny en busca de algún tipo de explicación, pero su hermana se había metido los nudillos en la boca para no reírse. Ron movió negativamente la cabeza, desconcertado, y luego miró la hora.

Laila Scamander y La Orden Del FenixWhere stories live. Discover now