38. Alguien que ya estaba perdido

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Delilah

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Delilah.

Me desperté y salí de la cama temprano, a comparación de los otros días, bajé a la cocina y me preparé algo de desayuno para sentarme en la mesa y comer sola.

Le eché un vistazo a la hoja y el bolígrafo que tenía enfrente, anoche traté de escribir la carta que me había dicho la doctora Forman que hiciera pero, por alguna razón, las palabras no fluían y no sabía que decirle a mamá y también a mí misma para perdonarme por todo. Era más difícil de lo que parece así que aparté la hoja para no tenerla enfrente de mí y que me pusiera los nervios de punta.

Al terminar de desayunar tomé una ducha larga para luego vestirme y bajar a la sala a hacer la supuesta "meditación" que también me habían pedido. Puse el teléfono con algo de música relajante encima de un cojín y me dediqué a concentrarme en mí misma.

—sabes que debes perdonarte primero, Delilah—se me hacía raro decir mi antiguo nombre en voz alta—. Perdónate por todo lo que te hiciste a ti...

Un sonido a parte de la música me desconcentró y me enteré que se trataba de mi celular que se había caído del cojín al vibrar con una llamada entrante.

—puede esperar—dije tratando de esperar a que el zumbido acabara pero no fue así, volvió a repicar en el suelo y lo tomé viendo que tenía llamadas perdidas de Newt y de Donna.

El teléfono volvió a vibrar con una llamada entrante de Newt así que bufé y contesté.

—intento alinear mis chacras y no me dejas, Newt—bramé al contestar.

—Dalia, no es momento de alinear chacras—sonó preocupado así que me puse de pié.

—¿qué sucede?

—Kyle salió ayer del apartamento de Donna y no lo hemos visto desde entonces.

—de seguro debe estarse emborrachando con una ramera en un bar—comenté tratando de que no me afectara la mención de Kyle.

Sabía que Kyle no era de esos pero estaba tan molesta por la interrupción que las palabras salieron sin más.

—no creo que sea eso. Lo he llamado a su teléfono miles de veces y no responde, él no es de perderse de un momento a otro y Donna y yo estamos muy preocupados.

—¿estás con Donna?—pregunté.

—así es, en su apartamento.

—¿por qué no van al apartamento de Kyle? Puede estar ahí.

—ya fui pero no había nadie—fruncí el ceño.

—¿qué hay del bar al que iba contigo?

—tampoco.

—¿por qué no esperan a que aparezca?

—Dalia—bramó molesto—. Sé que tratas de escucharte calmada por el orgullo que tienes debido a que terminaron pero esta vez te necesitamos a pesar de todo lo que pudo pasar entre ustedes—bufé.

Versos fríos [EN EDICIÓN]✔️Where stories live. Discover now