49. Dos copos de nieve.

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Delilah

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Delilah.

estarás bien—un leve susurro había inundado mi mente y reconocí fácilmente de quien se trataba. Mi corazón se contrajo al volverla a escuchar.

—mamá...

—sh... cálmate.

Ella estaba de pié frente a mí y me veía sonriente. Ella extendió sus brazos para que me acercara y de inmediato me lancé a abrazarla sintiendo nuevamente el calor de sus brazos.

—yo no quería que todo esto pasara... no quería romperle el corazón y además se suponía que no debería seguir enamorada de Kyle después de tanto tiempo... mamá, ¿qué me está pasando?

Hablaba tan rápido y con tanta desesperación pero aun así el rostro de mamá era de entera comprensión.

—tú misma lo has dicho, sigues enamorada de él. Muchas veces creemos que lo correcto está en elegir la razón por encima de nuestros sentimientos, muchas veces eso es cierto pero, ¿crees que en este caso eso es lo correcto?—negué con suavidad—. Exacto, ustedes dos tuvieron problemas pero, ¿qué parejas no los tienen? Y ambos se aman entonces, ¿por qué no olvidan todo y comienzan de cero esta vez juntos?

—es difícil—dije cerrando mis ojos con dolor.

—lo es, sé que lo es pero, ¿Tomarías el riesgo de intentarlo?

¿Qué si quería tomarlo? Claro que sí, quería intentarlo, quería saber si podríamos volver olvidando todo nuestro pasado pero por mi mente pasaban posibilidades en las que Kyle pudiera haberse enamorado de alguien más o me hubiera olvidado, era una opción muy probable ya que en tres años podría suceder cualquier cosa.

Mamá vio la duda en mis ojos y se acercó para tomar mis brazos con suavidad y acariciarlos para hacerme tranquilizar.

—Sé que tienes miedo—asentí con la cabeza—, sé que temes de que él ya no sienta lo mismo pero piensa, ¿crees que él sería capaz de olvidar a aquella chica a la que le prometió amarla por siempre y con la cual soñaba un futuro a su lado?

—no lo sé, hay gente que dice esas cosas y al final cambian de parecer.

—¿y crees que Kyle es uno de esos?—inquirió.

—no.

—arriésgate, hija, la vida es muy corta para que desperdicies el tiempo dudando... ¿quieres intentarlo?

Levanté mi cabeza para mirar sus ojos color avellana y antes de que las palabras se cortaran en mi garganta hablé:

—si.

—entonces deja que las cosas sucedan—sonrió.

—mamá—ella iba a irse pero la detuve—, quería decirte algo.

Versos fríos [EN EDICIÓN]✔️Where stories live. Discover now