Capítulo 5 - Sirius

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Agoney llega a casa aún con el uniforme del trabajo puesto, pues no ha tenido ni tiempo ni ganas de cambiarse al terminar el turno. Sube en el ascensor con la clara imagen de su sofá en mente, solo quiere llegar, ducharse y tirarse en plancha sobre éste.

Nada más abrir la puerta, Roma y Bambi se abalanzan sobre él con gran entusiasmo. Ambas lo olisquean advirtiendo, entre su propio aroma, la huella que han ido dejando durante todo el día el resto de animales con los que ha estado. Hecho que parece fascinar a Roma, quien mueve el rabo con mayor velocidad, pero que mosquea a Bambi, que decide gruñir a su querido dueño sintiéndose traicionada.

—Pero, mi vida, si esto ya lo tenías superado —hace un puchero Agoney cogiendo a la chihuahua en brazos—. Veo a otros perritos pero ustedes son las niñas de mis ojos.

El argumento del canario parece convencer a la pequeña, ya que deja su rencor a un lado y empieza a lamerle toda la cara. El chico solo puede reír a carcajadas ante el ataque espontáneo de la que considera su hija. Dios, como quiere a esa perrita.

—¿Y no vas a decirle nada al niño de tus ojos? —Hace presencia en el recibidor el rubio.

—Ya voy, celosillo —ríe el mayor antes de clavar su mirada en el contrario y quedar completamente en shock—. ¿Dónde vas así?

Raoul, enfundado en sus mejores galas, lleva un traje rosa palo, conjuntado con una camisa negra semiabierta y unos zapatos del mismo color. Agoney no sabe qué ha hecho para merecer eso, pero está a nada de preguntárselo a su chico para gozar de semejante recibimiento todos los días. Sólo de pensar que va a poder casarse con semejante monumento le tiemblan las piernas.

—Dónde vamos, querrás decir —ríe el catalán satisfecho al haber conseguido su propuesta al ponerse el traje antes de que llegase su prometido—. Ponte guapo que hoy se sale.

—¿Qué se celebra? —Alza las cejas aún sorprendido el moreno.

—¿Que nos casamos? —Pone una mueca divertida Raoul—. Hemos hecho una quedada para decírselo a nuestros amigos, una cena para mi familia y ya tenemos otra planeada para la tuya, ¿pero nosotros?

—Cariño, voy a ser lo más fino posible, ¿vale? —Empieza el canario poniéndose en pie antes de cobijar entre sus manos las del contrario—. ¿Te parece poca celebración partir literalmente una tabla de la cama a base de embestidas? Porque me sigo clavando la madera rota en la espalda cuando el colchón se hunde de más.

—A ver, tuvimos la celebración intensa del momento —se muerde la sonrisa algo sonrojado el rubio al recordar lo mucho que le dolía el cuerpo ese día—. Pero ahora me falta mi celebración moñas, además no pongas pegas que ya está todo planeado.

—Bueno, vale, pero déjame ducharme por favor —pone un puchero Agoney.

—Va, pero rápido, que me conozco tus conciertos de horas y horas bajo el grifo —alza una ceja el catalán.

—¡Lo hago con el grifo apagado! Seré un cantante frustrado, pero jamás un derrochador de agua —se defiende con altanería el mayor.

—Por eso te oye hasta Conchi, la del séptimo —ríe Raoul negando con la cabeza—. Tira para la ducha, va.

Indignado por el ataque tan gratuito que ha sufrido por parte de su novio, Agoney cede y se mete en el baño. Mientras, Raoul rebusca en el armario del canario algo elegante para cuando salga de la ducha. Cuando lo encuentra, pone rumbo hacia el cuarto de baño y se la entrega a un Agoney semidesnudo, cubierto únicamente por la toalla.

—Me vacilas, ¿no? —Alza una ceja el moreno observando el traje azul que le ha traído el contrario—. Me pongo una camisa por dentro del vaquero y da gracias.

ALONE WITH YOU (Ragoney) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora